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Volante y alcohol, ¿cómo evitar la mezcla?
20/10/2014
Editorial
Coahuila.- Nadie quiere a conductores ebrios detrás del volante de un auto. Y las medidas implementadas para lograr tal propósito han fracasado rotundamente.

Evitar que detrás del volante de cualquier vehículo en movimiento se ubique una persona alcoholizada es una meta que a todos nos importa lograr por una razón muy simple: los conductores ebrios constituyen un riesgo inminente para el resto de los conductores, así como para los peatones.

No hay discusión posible al respecto: nadie quiere personas ebrias al volante de un vehículo y nadie va a salir a defender la posibilidad de que alguien conduzca después de haber bebido.

Habiendo acuerdo unánime sobre el motivo de la preocupación, lo que sigue es determinar las medidas idóneas para evitar la mortal mezcla entre el volante y el alcohol.

Y aquí es donde las posiciones se dividen y la discusión se vuelve poco útil, pues a la misma suele acudirse no con actitud imparcial sino portando una carga de prejuicios de diversos origen.

En el caso de Coahuila -y de Saltillo en particular- se ha insistido largamente en que la fórmula para evitar la incidencia de casos de conductores ebrios es sólo una: restringir la venta de alcohol imponiendo horarios estrictos para su comercialización.

La premisa de la que se suela partir para plantear tal solución es tan simple como equivocada: los accidentes viales provocados por conductores ebrios están directamente relacionados con el horario nocturno y dominical de comercialización, de tal suerte que al prohibir la venta de alcohol en estos períodos se evitan los referidos percances.

Es evidente que esta visión deja de lado múltiples hipótesis alternativas, como el hecho de que una persona puede beber -en domingo- en casa de un amigo “previsor”, quien hubiera comprado alcohol el día previo -o cualquier otro- y, después de una fiesta prolongada, tomar su auto para regresar a casa, o para ir a seguir la parranda en otra parte.

Por ello a nadie debe asombrar que las estadísticas publicadas en esta edición demuestren puntualmente el error de las medidas adoptadas para controlar la venta de alcohol desde la perspectiva de que esa es la medida correcta para evitar accidentes viales.

La estadística es contundente y no admite réplica, al menos por lo que hace a la premisa utilizada por nuestras autoridades para impulsar y poner en práctica la norma que restringe la venta de bebidas alcohólicas: el índice de accidentes provocados por conductores ebrios no se ha movido sustancialmente en los últimos cuatro años.

No hacía falta revisar la estadística para hacer la afirmación, pero el contar con datos duros constituye una evidencia que no puede ignorarse.

La preocupación pues, sigue allí: nadie quiere a conductores ebrios detrás del volante de un auto. Y el punto es que las medidas implementadas para lograr tal propósito han fracasado rotundamente.

Es tiempo de que se reconozca lo que ha sido siempre evidente: no será mediante la imposición de horarios rígidos a la venta de alcohol como se resolverá el problema.

Fuente: Vanguardia    
Categoría: REGULACION Y NORMATIVIDAD    





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