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Pensando en voz alta / Ojo con la inflación
28/12/2009
Redacción El Financiero
Entre los riesgos que se ciernen sobre la economía en 2010, uno de los primeros que habremos de enfrentar es el de un repunte en la inflación.

Al finalizar 2009, la inflación general está descendiendo, y muy probablemente termine dentro del rango objetivo oficial. Esto no quiere decir, sin embargo, que la inflación esté bajo control. Buena parte de la baja que se ha observado en la inflación general se debe a factores que difícilmente continuarán vigentes. Tal es el caso de la decisión gubernamental de mantener durante 2009 congelados algunos precios públicos muy relevantes, como las gasolinas y electricidad. Adicionalmente, la inflación subyacente anual todavía se mantiene en un nivel elevado, cercano al 4.5 por ciento anual. La inflación subyacente excluye aquellos componentes más volátiles del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) y, por lo mismo, nos da una mejor idea de la tendencia de mediano plazo de los precios.

En enero veremos qué tan fuerte será el impacto que las medidas fiscales y los aumentos en precios públicos tendrán sobre la inflación, y el panorama no luce alentador. Para darnos una idea de qué tan serio puede ser este impacto, podemos hacer algunos números sobre las rodillas. Si tomamos los últimos nueve años (de 2001 a 2009), en los que la inflación ha promediado cerca de 4.5 por ciento, veremos que la inflación que en promedio se registra en el mes de enero es de 0.48 por ciento. Este nivel puede servir como base para estimar la inflación que habremos de tener en enero, y podría considerarse como la inflación esperada para este mes en ausencia de perturbaciones.

Ahora bien, en enero habrá perturbaciones significativas. Para empezar, el IVA aumentará en un punto porcentual en todo lo que no sea alimentos y medicinas. Si el incremento se transmite por completo al consumidor, el impacto directo sería cercano a 0.75 puntos porcentuales. Dice la teoría que no todos los impuestos se transmiten por completo al consumidor, ya que eso depende de las condiciones específicas de la oferta y la demanda de cada mercado. El problema es que al ser éste un incremento casi generalizado, parece bastante probable que en un entorno de incertidumbre plagado de asimetrías en la información, los productores y comerciantes se inclinen por incorporar directamente ese punto porcentual sobre los precios.

Adicionalmente, los aumentos en los impuestos especiales a productos como los cigarros y las bebidas alcohólicas también impactarán en el mes de enero. A ello habría que sumar los ajustes a precios y tarifas públicos conocidos. Nada más el incremento en la tarifa del Metro tendría un impacto cercano a 0.06 puntos porcentuales. Si las gasolinas suben 7.0 por ciento en el año, el impacto directo sería de 0.26 puntos porcentuales. Si la electricidad aumenta 7.0 por ciento en el año, su impacto sería de 0.16 puntos porcentuales. A ello habría que sumar los aumentos que se deriven de los cambios en precios públicos. Por ejemplo, el transporte público muy probablemente aumente de precio al subir las gasolinas, y si el incremento es similar (7.0 por ciento), entonces el impacto sobre el INPC sería de 0.29 puntos porcentuales.

En fin, si vamos sumando, podríamos llegar a una inflación cercana al 2.0 por ciento nada más en enero. En la última encuesta realizada por Banco de México, la inflación que en promedio pronostica el mercado para enero es de 0.78 por ciento, con el más pesimista en 1.47 por ciento. Tal parece que la probabilidad de que la inflación nos sorprenda en enero es elevada. El problema es que si la inflación comienza tan elevada, la posibilidad de que se genere una inercia más fuerte en este indicador se fortalece, y las perspectivas para generar un crecimiento económico elevado y sostenido se ensombrecen.

Mientras mayor sea la inflación, más difícil es para las empresas y personas ver hacia el futuro, lo que complica enormemente las decisiones de inversión y consumo, y reduce el crecimiento económico. Si una empresa no tiene claro en qué medida subirán sus costos y cuál será la tasa de interés que tendrá que pagar por fondear un proyecto, es probable que ese proyecto no se realice, y dejen de generarse empleos y riqueza para la sociedad. La inflación es uno de los males económicos que debe combatirse sin miramientos.

Decía el célebre escritor Ernest Hemingway: "La primera panacea para una nación mal manejada es la inflación de la moneda; la segunda es la guerra. Ambas traen una prosperidad temporal; ambas traen una ruina permanente. Pero ambas son el refugio de oportunistas políticos y económicos".

En esta frase se advierte del grave peligro que representa la inflación, y que el ganador del premio Nobel pone a la altura de la guerra. Esperemos que nuestras autoridades monetarias estén preparadas para evitar que la inflación regrese a nuestro país, y traiga la "ruina permanente" del entorno económico.

Fuente: El Financiero    
Categoría: INDICADORES ECONOMICOS Y PROSPECTIVA    





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