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Última actualización [23/06/2009]



Comparación de hábitos de vida en pacientes abstemios y bebedores *


MEXICO

Comparamos los hábitos de vida de 358 varones abstemios (ABS) y 248 varones con consumo riesgoso o dañino del alcohol (BRD), seleccionados entre los pacientes que acuden a una unidad de medicina familiar del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y un Hospital General de la Secretaría de Salubridad y Asistencia (SSA). Encontramos que los BRD se distinguen de los ABS por llevar una vida sedentaria, consumir más tabaco, usar con más frecuencia drogas, mala alimentación, estar en sobrepeso y tener una condición física deficiente. En resumen, la diferencia entre ABS y BRD no se reduce exclusivamente al consumo de alcohol y problemas relacionados, sino que se trata de dos grupos de individuos con estilos de vida distintos. En el presente artículo se analizan los primeros resultados mexicanos de una investigación multinacional coordinada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

 

Abstract

The life habits of 358 males abstemious (ABS) and 248 male risky or with harmful alcohol consumption (BRD) are compared; selected from the patients attending to a clinic offamiliar medicine, of the lnstitutoMexicano del Seguro Social (IMSS) and to General Hospital of the Secretaria de Salubridad y Asistencia (SSA). BRD are different from ABS because of a sedentary life, tobbaco consumption, higer frecuency of other drug use, poor nutrition, over weigted and poor physical condition. The difference between ass and BRD is not only due to the alcohol consumption and related problems, but two groups of individuals with different ways of life. The present paper shows the first Mexican results of an International Multicentric Investi­gation coordinated by World Health Organization (WHO).

 

 

Introducción

En años recientes se ha enfatizado en la necesidad de establecer programas de prevención secundaria, para combatir los problemas que se asocian al consumo de bebidas alcohólicas en los pacientes que acuden a consulta con el médico general.1 La inquietud obedece a que diferentes estudios epidemiológicos2 muestran que en dichos pacientes estos problemas representan una alta tasa de prevalencia, y a que otras investigaciones3 sugieren que estrategias preventivas sencillas y económicas pueden dar buenos resultados. El patrón de consumo de estos pacientes se clasifica en:

 

a)  Consumo riesgoso (hazardous use); se concibe como un patrón que puede ser ocasional, repetitivo o persistente y que conlleva un alto riesgo de daño a la salud. Nótese que aquí el daño es a futuro, es decir, todavía no se ha establecido.

 

b)  Consumo dañino (harmful use); implica un patrón de uso que ya ocasionó algún daño, sea éste físico, como la hepatitis, o bien mental, como la depresión que se observa en los bebedores fuertes.

 

Existe una gran controversia en la aceptación de estos dos últimos términos, ya que hasta el momento no hay una definición clara de qué se consideraría un "caso", debido a que no ha podido establecerse cuánto y durante qué tiempo necesita un individuo determinado consumir alcohol para presentar daños a la salud y sólo se han utilizado algunos estimadores biológicos.4 Sin embargo, su utilidad radica en que el criterio clasificatorio es preventivo del daño a la salud.

 

De acuerdo con esta inquietud, la Organización Mundial de la Salud (OMS) emprendió un programa de investigación de orden multinacional en la que participan 11 países, con inclusión de México, para evaluar el impacto que produce el consejo o la opinión de un médico o algún otro trabajador del campo de la salud sobre los hábitos alcohólicos de individuos que beben de manera riesgosa para su salud, o bien que ya presentan algún tipo de daño asociado a la bebida.5 Estudios previos han mostrado que es posible adaptar estas intervenciones a la asistencia médica de primer nivel, donde lo habitual es que falte tiempo para atender la demanda de enfermos.6 Con una información sencilla, clara y breve, el impacto de las intervenciones ha tenido una eficacia de un 10 por ciento.7,8

 

Dos criterios sobresalen en relación con la in formación que debe dárseles a los enfermos:

 

a.         El reduccionista; que aboga para que dicha información se concentre exclusivamente en los hábitos y problemas que se asocian con la bebida9,10

b.         El amplio; cuyo enfoque trasciende a la bebida, incluye los hábitos alcohólicos dentro de otros hábitos que también interfieren con la salud, como son el consumo de tabaco, el uso de drogas, la mala alimentación y la falta de ejercicio.11,12

 

El criterio reduccionista considera que la información debe ser específica, ya que los bebedores riesgosos o con daño son individuos cuyo hábito les confiere características propias, además se distinguen por negar y minimizar sus consecuencias. Por lo tanto, para que la intervención terapéutica sea exitosa, es necesario que no incluya otros tópicos, de lo contrario se corre el riesgo de diluir la fuerza del mensaje.

 

Por su parte, el criterio amplio asegura que los bebedores no sólo tienen como  hábito el consumo de alcohol, sino que también suelen ser fumadores, consumen otras drogas, llevan una vida sedentaria, así como una alimentación no balanceada; en otras palabras, se trata de sujetos con una vida poco saludable. Desde esta perspectiva, una información centrada exclusivamente en el alcohol ignora aspectos de relevancia. Al mismo tiempo, la información reduccionista puede generar con más facilidad rechazo, ya que el alcohol es un tema tabú que no se ve con buenos ojos. Así, una información sobre los hábitos generales es más completa, cubre a un número mayor de individuos, es más aceptada y garantiza un mejor éxito.

 

La polémica entre los dos criterios no sólo se reduce a un asunto doctrinal, sino que tiene implicaciones de orden práctico, debido a que las condiciones de la asistencia médica primaria obligan a que las intervenciones terapéuticas sean breves, claras y precisas. Es indispensable ser muy riguroso en la selección de la información y decidir si el mensaje se reduce sólo al tema del alcohol o si debe incluir otros tópicos.

 

La presente investigación aporta algunos datos empíricos que podrían ayudar a decidir entre alguno de los dos criterios. Para ello se utiliza la información que dieron los pacientes estudiados en México, dentro del programa multinacional de la OMS, diseñado para evaluar el impacto de la intervención médica sobre los hábitos alcohólicos.

 

La investigación compara los hábitos de vida de dos grupos diferentes de enfermos: pacientes abstemios contra pacientes que beben de manera riesgosa o a los que la bebida ya les ocasionó algún daño. El propósito es responder a varios interrogantes: ¿es el consumo de alcohol la única diferencia entre abstemios y bebedores riesgosos, o ambos grupos presentan otros hábitos que los distinguen?

Material y Métodos

 

La investigación se llevó a cabo en dos sitios diferentes de la Ciudad de México: en la Clínica No. 10 de medicina familiar del IMSS y en la consulta externa de un importante hospital general del sur de la ciudad, que pertenece a la SSA, Hospital General "Gea González". La descripción detallada de las condiciones de ambos lugares se publica en otro lugar.13

 

Los pacientes fueron reclutados de las salas de espera mientras aguardaban su turno para ser atendidos por el médico. Su elección no fue al azar; los entrevistadores les explicaron el sentido de la investigación y después los invitaron a colaborar. Sólo participaron aquéllos que así lo desearon. Se tuvo especial cuidado de no mencionar nada sobre el verdadero propósito del estudio, es decir, sobre los hábitos alcohólicos, a fin de evitar que los entrevistados tomaran actitudes de reserva o de alerta frente a su forma de beber.

 

A los que aceptaron participar se les entregó un cuestionario autoaplicable, llamado "Cuestionario sobre salud y forma de vida", consistente en 21 preguntas previamente codificadas que se contestan en no más de 10 minutos. El cuestionario se deriva de otro que surgió en la primera fase de este mismo estudio de la OMS, la cual tuvo como propósito diseñar métodos de identificación oportuna de bebedores riesgosos.14 En la presente investigación, dicho cuestionario se utilizó como instrumento de tamizaje para identificar a los bebedores reclutados para el estudio.

 

El cuestionario se refiere de manera general a diferentes hábitos de vida. Sus preguntas se realizaron para que el entrevistado no se percate de que se trata de una investigación cuyo tema principal es el consumo de alcohol. Investiga también sobre los hábitos de consumo de tabaco, café y otras drogas, e indaga sobre la dieta, el ejercicio, el sobrepeso y el trabajo.

 

Las preguntas están formuladas para poder discriminar con facilidad entre abstemios y bebedores riesgosos. Se definió como abstemio a quien no había bebido una sola copa en los últimos seis meses. Para definir a los bebedores riesgosos o con daño, se utilizaron como marco de referencia los conceptos de la nueva clasificación de la OMS (ICD 10).15 Para hacer más rigurosos estos conceptos, en el cuestionario se tradujeron a definiciones operacionales. De esta manera, se consideraron BRD a los que se adecuaban a uno o más de los siguientes criterios:

 

1) Varones que beben más de 180 ml de alcohol absoluto, (18 copas) por semana

2) Mujeres que beben más de 120 ml de alcohol absoluto, (12 copas) por semana

3) Haberse embriagado por lo menos una vez al mes o haber tomado más de 100 ml de alcohol absoluto (10 copas), en una ocasión al mes

4) Que el mismo paciente o algún familiar o amigo se hayan quejado durante el último año de su manera de beber

5) Que el paciente simplemente exprese el deseo de reducir la cantidad bebida.

 

Se utilizaron los siguientes criterios de exclusión:

 

1) Pacientes menores de 17 y mayores de 65 años

2) Pacientes que en el pasado se hubieran sometido a algún tratamiento contra el alcoholismo

3) Pacientes que sufrían problemas hepáticos o desórdenes psiquiátricos mayores

4) Pacientes que presentaban síntomas evidentes y recientes de dependencia al alcohol

5) Pacientes embarazadas

6) Pacientes que no cumplían con los criterios de inclusión

7) Pacientes que residían fuera de la Ciudad de México o no tenían domicilio permanente.

 

A los BRD incluidos en el estudio se les aplicó otra entrevista, a fin de indagar con mayor detalle sobre sus hábitos. Es conveniente destacar que la investigación se refirió en exclusiva a los ABS y a los BRD, quedando eliminados otros grupos de individuos: los alcohólicos o bebedores problema y los bebedores moderados o sociales.

 

Resultados

De enero de 1986 a enero de 1987 se aplicaron 2 539 cuestionarios, 1 813 a hombres (71%) y 726 a mujeres (29%). De los hombres, el 20 por ciento resultaron ABS y el 14 por ciento llenaron los criterios de BRD. Las mujeres abstemias fueron el 56 por ciento mientras que sólo hubo uno por ciento de BRD (cuadro I). Por ser tan baja la tasa de mujeres BRD, la comparación entre ABS y BRD, se hizo exclusivamente entre la población de varones.

 

El promedio de edad de los 358 ABS fue de 30 años, con una desviación estándar (DE) de más o menos 12 años; el de los 248 BRD fue de 33, con una DE de más o menos 12 años. En el cuadro II se muestra la proporción de BRD que tienen y han tenido problemas relacionados con el alcohol, así como diferentes conductas respecto a la bebida. Se trata de individuos cuya vida gira de manera importante en torno al hábito alcohólico. Casi el 80 por ciento reconoce abiertamente presentar un problema actual, el 71 por ciento tiene la intención de beber menos y al 43 por ciento el médico le ha aconsejado abstenerse de beber. Por lo tanto, el grupo es totalmente distinto al de los ABS, para los que la bebida no representa ningún problema, por lo menos de manera personal.

 

 

 

 

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El "Cuestionario sobre salud y forma de vida" se refiere en primer lugar a los hábitos de alimentación, ingestión de café y consumo de tabaco. Después indaga si dichos hábitos han ocasionado algún problema de salud. Contempla también la rutina de trabajo, el peso corporal y la condición física. Por último, investiga si los individuos han buscado ayuda médica para resolver estos problemas o si el médico en forma espontánea les ha dado alguna indicación o consejo al respecto, o bien si ellos mismos han intentado remediarlos de motu propio. Asimismo, se pregunta si en el pasado se buscó ayuda profesional por abuso de drogas, desórdenes emocionales, padecimientos hepáticos o ambos. De esta manera, las preguntas abarcan con suficiente extensión y detalle los hábitos individuales que de manera tradicional se han relacionado con la salud.

 

El cuestionario cubre el tema a diferentes niveles. Primero indaga sobre la pura existencia del hábito; después, si a juicio del entrevistado dicho hábito interfiere con la salud. En otras palabras, se investiga el grado de advertencia que el individuo tiene sobre su forma de vida y estado físico. Más adelante se pregunta si el individuo ha buscado ayuda médica o profesional para resolver su situación, con lo cual se intenta saber la importancia que da a su problema y silo considera de la competencia del médico. En otra sección, el cuestionario averigua la percepción del médico frente a los hábitos del paciente, a fin de saber qué tan notorios son éstos para ojos expertos

 

Los resultados se resumen del cuadro III al VI. El cuadro III compara la presencia de tres hábitos entre los ABS Y los BRD:

 

a) Alimentación completa

b) Consumo de café

c) Consumo de tabaco.

 

El contraste entre los dos grupos es notorio. Los BRD fuman más y su alimentación no es completa. La diferencia es significativa por debajo del .001. Los BRD también toman más café, aunque la diferencia no llega a ser significativa.

 

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El cuadro IV compara los problemas de los dos grupos por fumar, comer en forma inadecuada, trabajar en exceso, estar fuera peso y tener mala condición física. Las preguntas abarcan el pasado y el momento actual. Los BRD admiten tener más problemas por fumar, por el exceso de peso y por la mala condición física; la diferencia con los ABS es significativa. En cambio, respecto a la comida y al trabajo, la diferencia no es significativa, aunque los BRD también aventajan en problemas a los ABS.

 

En los cuadros V y VI se comparan varias conductas en relación con aspectos médicos y la intención de mejorar algunos hábitos. En el cuadro V se observa la frecuencia con que los ABS y los BRD solicitaron ayuda médica o fueron hospitalizados por sufrir de problemas relacionados con la comida. tabaco, drogas, padecimientos emocionales, hepáticos o ambos. Los BRD siguen aventajando en estos aspectos a los ms; no obstante las diferencias no son estadísticamente significativas, salvo en el caso de los problemas hepáticos, donde hay siete individuos BRD contra ningún ABS.

 

En el cuadro VI se comparan los individuos a los que el médico les aconsejó abstenerse de fumar y hacer ejercicios pesados, con aquéllos que durante los últimos tres años intentaron bajar de peso. fumar menos y hacer más ejercicio. La tendencia sigue siendo la misma que en los cuadros anteriores. A los BRD se les aconsejo, con más frecuencia, que se abstuvieran de fumar y ellos intentaron fumar menos que los ABS. La diferencia en estos dos renglones fue significativa.

 

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Apesar de que en todos los hábitos hubo una diferencia a favor de los BRD, ésta fue aún más acentuada y consistente en lo tocante al hábito tabáquico: 73 por ciento de éstos fueron fumadores, contra 27 por ciento de los ABS.

 

Además, los BRD fumaban más seguido, en mayor cantidad, admitían tener más problemas por el tabaco, habían consultado más veces al médico, por este motivo se les había sugerido con mayor insistencia que se abstuvieran de fumar y habían intentado hacerlo en más ocasiones.

 

 

 

 

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Dada la magnitud de estas diferencias se decidió estudiar con mayor detalle a los fumadores. El cuadro VII compara fumadores ABS con fumadores BRD. Como era de esperarse los patrones de consumo de tabaco resultaron similares: la frecuencia y cantidad que se fuma es la misma para ambos grupos, sólo que los BRD reconocieron tener más problemas a causa del cigarro. Tampoco hay diferencias en cuanto a la ingestión de café, la búsqueda de ayuda médica por fumar, los intentos para dejar de hacerlo o la frecuencia de indicaciones médicas al respecto.

 

Así, la conducta de los fumadores parece ser independiente de los patrones de bebida.

 

Discusión

Las tasas de prevalencia del presente estudio, en cuanto a patrones de consumo de alcohol, son muy parecidas a las de las investigaciones hechas con la población que asiste a consulta con el médico familiar, tanto en México como en otros países.16,18 El resultado es sorprendente porque el estudio no se diseñó con fines epidemiológicos. Sin embargo, la similitud de las cifras podría explicarse por el elevado número de pacientes aquí muestreados y porque quizás en ellos los patrones de consumo de alcohol son bastante constantes. El estudio muestra las diferencias, ya tradicionales, entre la manera de beber de los hombres y de las mujeres (80% de varones bebedores contra 44% de mujeres), así como las también conocidas altas tasas de abstinencia para ambos sexos (20% hombres contra 56% mujeres).19

 

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El 10 por ciento de la población total correspondió a BRD, cifra parecida a las encontradas en otras publicaciones20,21 No obstante, la tasa del 10 por ciento es prácticamente exclusiva de la población masculina, misma que fue del 14 por ciento, mientras que la femenina apenas alcanzó el uno por ciento. La baja proporción de BRD entre las mujeres obligó a que el estudio comparativo se hiciera sólo entre hombres. Aunque las causas por las cuales se encuentran tasas tan bajas de BRD en el sexo femenino ya se ha comentado ampliamente en otra publicación,22 conviene mencionar aquí las más importantes:

 

a) La cantidad de mujeres que beben alcohol es baja

b) No es socialmente aceptado que una mujer beba en exceso

c) Con frecuencia las mujeres bebedoras niegan su hábito

d) Los procedimientos empleados para identificar bebedoras, no son los adecuados.

 

De acuerdo con los datos obtenidos por este estudio, la diferencia entre los varones ABS y BRD, se justificó con plenitud en relación con los hábitos de bebida: mientras que en los primeros el consumo de alcohol es irrelevante lo inexistente en sus vidas, los segundos confiesan sufrir una gran cantidad de problemas vinculados con él. Sin embargo, lo más significativo de la investigación es haber encontrado que las diferencias entre ABS y BRD, no se reducen sólo a la forma de beber, sino que se vinculan con otros hábitos. Así, entre los BRD hay más consumo de tabaco, uso de drogas, mala alimentación, vida sedentaria, sobrepeso y mala condición física.

 

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Este hallazgo bien podría ayudar a tomar una decisión en relación con la polémica que se comentó en la introducción, ¿cómo abordar en intervenciones terapéuticas a los bebedores con problemas,, utilizando el criterio amplio o el reduccionista? Todo parece indicar que es preferible el primero, dadas las características que se encontraron aquí con los BRD. Todavía queda por probar cuál de las dos estrategias es la más eficaz.

 

Otro aspecto interesante es la relación que hay entre alcohol y tabaco. De acuerdo con nuestros datos, los BRD fuman mucho más que los ABS. Sin embargo, cuando se comparan los fumadores de los dos grupos, casi no hay diferencias; los fumadores BRD y ABS, lo hacen con la misma intensidad y refieren igual número de problemas. Lo cual indica que hay una asociación estrecha entre el consumo de alcohol y tabaco, pero los fumadores no fuman más por el hecho de consumir alcohol. La intensidad del hábito tabáquico no está en relación con la del alcohol.

 

Por último, otra pregunta queda abierta con los datos de esta investigación, ¿la diferencia encontrada aquí se reduce exclusivamente a los ABS contra BRD, o también se extiende a bebedores moderados o individuos que sufren de alcoholismo? Un análisis posterior sobre estos dos últimos grupos de pacientes, podría esclarecer sobre esta interrogante. Mientras tanto no hay que olvidar que ser abstemio o beber de manera riesgosa, no es una diferencia que sólo se reduce al consumo de alcohol, sino que incluye distintos estilos de vida.

 

Agradecimientos

La presente investigación pudo realizarse gracias a la colaboración de varias instituciones y diferentes personas, tanto mexicanas como extranjeras. Sin ellas hubiera sido imposible llevarla a la práctica. Merecen mencionarse:

 

La subjefatura de investigación del Instituto Mexicano del (IMSS); las autoridades y personal médico y paramédico de la Clínica No. 10 del IMSS; la Dirección General, la Oficina de Investigación y Enseñanza, el Departamento de trabajo Social y personal médico y paramédico del Hospital General "Gea González"; el personal y asesores de la Organización Mundial de la Salud. A todos ellos nuestro agradecimiento y reconocimiento.

 

La investigación se efectúo gracias al financiamiento de las siguientes instituciones: Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) (PCSACNA-050576); National Institute of Alcoholism and Alcohol Abuse (NIAAA), USA; University of Connecticut, USA; OMS

 

Referencias

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22. Campillo C, Díaz MR, Romero M, Padilla GP. El médico general frente al bebedor problema. Salud Mental 1988;11(2):4-12.

 

Autores

Carlos Campillo Serrano, M.C., M.P., M.en C. M.,(1) Rosa Díaz Martínez, M.C., M.P.,(1) Martha Romero, Psic., M. en Psic.,(1) Jorge Villatoro, Psic.,(1) Adriana Nava, Psic.,(1) Angeles Reséndiz, Lic. en Antrop.,(1) Ma. Eugenia Parra, Psic.,(1) Lourdes Sánchez, Trab. Soc.,(2) Juan Cerrud, M.C., M.P.(1)

(1) Investigador del IMP. (2) Hospital General "Gea González".

 

FUENTE:
 Salud Pública de México/Artículos Originales

http://bvs.insp.mx/rsp/articulos/articulo.php?id=001010