Información Científica

Última actualización [30/09/2009]



Consumo de alcohol y drogas en estudiantes de Pachuca, Hidalgo*


MEXICO

Determinar la prevalencia del consumo de drogas y bebidas alcohólicas entre estudiantes, así como la relación de este consumo con variables sociodemográficas, tiempo libre, actos antisociales, normas y conflictos familiares, entre otras. Material y métodos. Los datos se derivan de una encuesta representativa de 1 929 estudiantes de enseñanza media y media superior de la ciudad de Pachuca, estado de Hidalgo, México, levantada en 1996, de los cuales 44.9% son hombres y 52.5% mujeres, con una media de edad de 14 años. Se utilizó un cuestionario autoaplicable, que incluye indicadores de consumo de drogas y alcohol elaborados por algunos países, entre ellos México, con la Organización Mundial de la Salud. Resultados. El 47.9% ha probado bebidas alcohólicas; 12.6% bebieron cantidades considerables -cinco copas o más por ocasión- durante el mes anterior a la encuesta. Las bebidas preferidas son la cerveza y los coolers; el alcohol lo compraron principalmente en tiendas donde no les piden identificación y lo consumen en su casa o en la de otras personas. El 5.1% ha consumido drogas, sobre todo inhalables, mariguana y tranquilizantes. Una cifra mayor de varones consume drogas ilegales, y las mujeres, medicamentos sin prescripción. Un número superior de hombres toma más cantidades de alcohol y consume drogas, tienen mayor edad y trabajaron de medio tiempo durante el año anterior a la encuesta. Los consumidores de drogas y de altas cantidades de alcohol se distinguieron porque un número considerable informó que se aburría en su tiempo libre, se va a beber con sus amigos o ha cometido actos antisociales. Respecto a la familia, manifiestan cumplir menos con las normas parentales y muestran menor interés en hacerlo. Asimismo, un porcentaje más elevado informó que sus padres pelean con frecuencia, han pedido ayuda por esa razón y han intentado separarse. Conclusiones. Los estudiantes que beben cantidades elevadas de alcohol y los consumidores de  drogas, a diferencia de lo que sucede con los abstemios, presentaron más problemas al destinar su tiempo libre a actividades como irse a beber con amigos, exhibir más conductas antisociales y tener un distanciamiento de la familia que se refleja en la baja participación en actividades compartidas, en el desinterés por cumplir con sus normas y en la percepción de conflictos al interior de la misma.
 

Día con día se hace más evidente el aumento en los índices de consumo de drogas entre la población juvenil pues se trata de una situación que, por los problemas que ocasiona tanto desde el punto de vista personal como desde el comunitario, se refleja en los diferentes ámbitos sociales. Sin embargo, las cifras de consumidores de alcohol y drogas y las consecuencias para la salud no presentan una situación uniforme en el país, por lo que es necesario estudiar su distribución por entidad; en este trabajo se aborda el fenómeno en la comunidad estudiantil de la ciudad de Pachuca, Hidalgo.

 

En la Encuesta Nacional de Adicciones realizada en 1988, se encontró que 51% de la población entre los 18 y 65 años de edad consumía alcohol; 82% eran hombres, y 44%, mujeres;1 y en el grupo de 15 a 18 años 46.8% bebían alcohol.2 De todas las regiones en que se dividió al país, la centro (formada por las entidades de Hidalgo, Guanajuato, Estado de México, Morelos, Puebla, Querétaro y Tlaxcala) fue la que tuvo el porcentaje más alto de personas con síndrome de dependencia al alcohol.3 En esta misma zona del país se han observado las cifras más altas de cirrosis hepática y el consumo de bebidas alcohólicas es uno de los principales factores asociados a dicha enfermedad.4 En 1995 las tasas de mortalidad por cirrosis hepática en el estado de Hidalgo fueron las más elevadas en el país.5

 

Según la misma encuesta de 1988, 4.7% de la población del país había consumido otras drogas diferentes al alcohol o al tabaco, y los jóvenes (entre 12 y 34 años) presentaron la cifra más alta 8.5%.6,7 Se observaron tendencias similares en la segunda Encuesta Nacional de Adicciones levantada en 1993.I,8

 

En el caso concreto de la población de estudiantes, el alcohol también es la droga que ocupa el primer lugar de consumo.9-11 En la Encuesta Nacional sobre el Uso de Drogas en la Comunidad Escolar realizada en 1991 con muestras representativas de las 32 entidades del país, 49.6% había probado bebidas alcohólicas; 3% declararó beber cinco o más copas una o dos veces por semana, 40 hombres y 10 mujeres de cada 1 000,10 y en el estado de Hidalgo 1.4% de los estudiantes lo hacían; 2.1% eran varones y el 0.5% mujeres.II

 

En esta investigación nacional de 1991, 14.7% de los alumnos del país tomaron alcohol en el mes previo a la encuesta, y en el estado de Hidalgo la cifra fue ligeramente inferior, esto es, 10.1%. Respecto al consumo de drogas ilegales y médicas, los datos de esta misma encuesta indican que Hidalgo ocupó el tercer lugar (10.4%) en el número de consumidores, después de Baja California (12.9%) y del Distrito Federal (11.2%), comparadas con todas las demás entidades del país.

 

La necesidad de conocer la evolución local del problema y abordar en forma específica a la población estudiantil de enseñanza media y media superior es importante, ya que de acuerdo con De la Fuente12 y Medina-Mora,13 la mayoría de las personas empiezan a consumir sustancias psicoactivas en la adolescencia, y entre los factores de riesgo que tienen estos jóvenes para consumirlas se han identificado los siguientes: pertenecer al sexo masculino, asociarse con consumidores de drogas, ausentarse frecuentemente de la escuela, falta de compromiso con la misma, percepción de falta de afecto parental, poco apego y supervisión de los padres, prácticas de manejo familiar incongruente, padres que consumen drogas o alcohol, búsqueda de sensaciones nuevas, y problemas emocionales y conductuales, entre otros.

 

Así, a mayor cantidad de factores de riesgo a los que esté expuesto el individuo, más probabilidades habrá de que consuma drogas. De esta forma, el entorno social en el que se ubica el fenómeno del consumo de drogas, como la familia, las creencias, las actitudes, las normas, las costumbres y, en general, el medio en el cual se desenvuelve el sujeto, son variables que ayudan a comprender y a explicar esta problemática.

 

De estos múltiples factores, se ha elegido estudiar la relación entre el consumo de alcohol y drogas con el uso del tiempo libre, la influencia de la familia y, de los pares en dos dimensiones, la parte normativa de la conducta de sus miembros y la influencia de los conflictos familiares en la utilización de sustancias para enfrentar problemas; también se aborda la relación entre el consumo de alcohol y drogas, y los problemas de conducta.

 

En particular, la influencia familiar desempeña un papel relevante como agente socializador en la vida del individuo, propiciando un desarrollo sano y maduro, o bien, inhibiendo o desviando su crecimiento.14 Es decir, puede ubicar al joven en riesgo o protegerlo de involucrarse en conductas desviadas tales como el consumo y el abuso en el consumo de sustancias o la incurrencia en actos antisociales. En general, los datos que se han encontrado en investigaciones realizadas en poblaciones estudiantiles señalan que existe una correlación positiva entre el consumo de drogas y la conducta antisocial, de tal manera que se puede afirmar que a mayor índice de consumo, mayor probabilidad de que se presenten también problemas de conducta.15-18

 

Aunque la influencia de la familia disminuye progresivamente en la medida en que el menor pasa de la niñez a la adolescencia, sigue siendo importante en el establecimiento de las normas que moldean la conducta de consumo de los adolescentes; por otra parte, la presencia de conflictos en la familia, aumenta el riesgo de que los adolescentes consuman drogas. La familia influye asimismo en la elección que hacen los adolescentes de sus amigos, quienes durante esta época desempeñan un papel fundamental en la conducta de los menores. En una investigación con estudiantes del Distrito Federal19 se encontró que, si bien la familia no determinaba en forma directa el consumo de sustancias por parte del adolescente, sí tenía una gran influencia para que éste se involucrara con amistades que las consumían. Es así como el hecho de que un alumno tenga amigos que son consumidores le hace correr un riesgo 1.22 veces más elevado de convertirse, a su vez, en consumidor de drogas. Asimismo, en una encuesta entre estudiantes que se aplicó en Estados Unidos de América (EUA),20 se encontró que el consumo de drogas entre los pares era el predictor principal del consumo de alcohol entre los adolescentes. Sin embargo, las normas que tenían los padres también resultaron ser significativas en la predicción del abuso en el consumo de alcohol entre estos jóvenes.

 

Por otro lado, si los familiares (padre, madre, hermanos) ingieren drogas, existe un riesgo 1.10 veces mayor de que el joven, a su vez, las consuma.19 En una encuesta nacional realizada en EUA,21 los autores encontraron que, en contraste con los no consumidores, los familiares de los consumidores de drogas, consumían drogas y alcohol en exceso, tenían un ambiente familiar inestable y desorganizado, así como un número más alto de conflictos intrafamiliares, separaciones y divorcios. En Suecia, Muetzell22 realizó un estudio de seguimiento durante tres años con adolescentes que consumían alcohol y drogas; sus resultados mostraron que, en contraste con los controles, un mayor número de los sujetos que combinaban el consumo de alcohol con otras drogas, crecieron en familias que consumían drogas, además de que sus hogares estaban desintegrados.

 

En términos de interacción familiar, si el adolescente percibe un ambiente caótico, poco estable23 y punitivo, así como conflictos generados al interior de la familia, es más probable que busque, por medio de los amigos, situaciones que le ayuden a resolver y enfrentar estos problemas, además de los propios de la adolescencia. Esta búsqueda de soluciones lo pueden conducir a consumir alcohol o drogas24 y, en general, a exhibir conductas que impliquen un riesgo constante para su seguridad física y emocional.25 En un estudio que realizaron con jóvenes consumidores y no consumidores de drogas y alcohol, Maltzman y Schweiger26 observaron que los usuarios tenían relaciones familiares más disfuncionales, debido a que existía menos cohesión entre los miembros y una menor participación en actividades sociales, culturales y recreativas, satisfactorias y mutuamente compartidas. Los autores concluyeron que una característica de estas familias es la falta de apoyo emocional entre sus miembros.

 

Respecto a la relación entre la familia y la escuela, Pons y colaboradores27 realizaron una investigación con estudiantes españoles, y encontraron que los que han consumido drogas se sentían más desadaptados en su medio familiar y escolar que aquellos que no eran consumidores.

 

Finalmente, el tipo de actividades que desarrolla el menor influye en la conducta de consumo. Diferentes autores como Furlong y Cartmel28 han postulado que, en épocas de cambio social como la actual, en la medida en que las ligas familiares y la afiliación a la clase social pierden importancia, los estilos de vida, incluidas las actividades en que se involucra el menor en su tiempo libre y que forman parte importante de la cultura juvenil del momento, son centrales en el proceso de construcción de la identidad.

 

Las estrategias cada vez más complejas y sofisticadas del mercado tienen un impacto importante en los estilos de vida y en los patrones de consumo que tienden a simbolizar la identificación cultural. El incremento en los años que permanecen los jóvenes en la escuela y la ausencia de oportunidades de trabajo, han dado lugar a que pasen mucho más tiempo en un estado de semidependencia y en la compañía de sus pares, factor que, a su vez, ha ejercido una influencia importante en los estilos de vida y en los productos con los que se identifican. No es de extrañar entonces, que la estrategia de la industria alcoholera en la búsqueda de nuevos mercados entre los jóvenes haya impactado sus estilos de vida normalizando el consumo de bebidas alcohólicas.

 

Dado que no todos los menores de edad tienen un inicio temprano en el consumo, ni adoptan prácticas propias de la población masculina de edad media, esto es, el asociar las ocasiones de consumo con ocasiones de embriaguez ingiriendo grandes cantidades cuando beben, cabe preguntarse si existen variaciones en las actividades adoptadas durante el tiempo libre entre los estudiantes con diferentes tipos de patrones de consumo, con el fin de orientar los programas de prevención dirigidos a este grupo.

Tomando en cuenta todos estos aspectos, en 1996 se levantó esta encuesta entre estudiantes que formó parte de una investigación muy amplia realizada en diferentes poblaciones (adultos y jóvenes en hogares, personas que acuden a solicitar ayuda en hospitales, en Ministerios Públicos, así como al personal y clientes de una discoteca) de la ciudad de Pachuca, estado de Hidalgo, México. Su propósito principal era estudiar los factores de riesgo asociados al abuso en el consumo de bebidas alcohólicas y otras drogas, así como proponer medidas de intervención y hacer una evaluación de su impacto en la población.

 

Los principales objetivos del presente trabajo son:

  • Dar a conocer las prevalencias del consumo de alcohol y de otras drogas.
  • Identificar los conflictos, las normas familiares y las percepciones del consumo entre los familiares y amigos.
  • Conocer los problemas, las razones para beber y los actos antisociales más frecuentemente asociados al consumo.
  • Comparar estas variables entre los grupos de usuarios y no usuarios de alcohol y drogas.

 

Material y métodos

Se utilizaron los registros oficiales del Instituto Hidalguense de Educación, de todas las escuelas secundarias y preparatorias tanto públicas como privadas que había en la ciudad de Pachuca, durante el ciclo escolar 1996-1997, como marco muestral, con el objetivo de seleccionar una muestra representativa de los estudiantes de esa ciudad. La unidad de análisis sobre la que se obtuvo información fueron los estudiantes de esos dos niveles de estudio.

 

El cálculo para el tamaño de la muestra se hizo con base en los datos obtenidos en las anteriores investigaciones con estudiantes que han efectuado, desde hace dos décadas, la Secretaría de Educación Pública y el Instituto Mexicano de Psiquiatría, en particular en las levantadas en 1991,III, 10 y en 1993.IV, 29

 

Para determinar el tamaño de la muestra y estimar las prevalencias de consumo y abuso en el consumo, se consideró el índice de 2.6%, de abuso en el consumo de bebidas alcohólicas (cinco copas o más), obtenido en las encuestas anteriores como la variable de interés. Se estimó una tasa de ausentismo de 20%, que incluye la ausencia de los alumnos por diferentes causas en un día dado, una confianza de 95% y un error absoluto de 1%. La muestra estimada fue de 2 100 alumnos; de acuerdo con los datos del marco muestral, se calculó un promedio de 35 alumnos por cada grupo, lo cual dio como resultado una estimación de un total de 60 grupos a seleccionar.

 

El diseño de la muestra fue autoponderado tanto para grupos como para alumnos, con la finalidad de facilitar el proceso de estimación y el procesamiento de la información.

 

El muestreo se realizó en dos etapas: en primer término, un experto llevó a cabo el cálculo para la selección de las escuelas, por lo que calculó un intervalo de selección uniforme para cada nivel de estudio; en cada uno se realizó un acumulado de grupos y, de acuerdo con el intervalo, se efectuó la selección de escuelas. Dentro de cada nivel educativo se inició con un nuevo arranque aleatorio para asegurar una selección independiente en cada uno de ellos, el cual se obtuvo al azar entre el 0 y el intervalo de selección calculado.

 

En la segunda etapa, al llegar a cada plantel se aplicó un formato denominado "Hoja de selección", mismo que contiene todos los datos de cada escuela seleccionada como dirección, turno y número de grupos; tiene dos columnas, en una se marca y posteriormente se cubre el (los) grupo(s) a los que se les administrará el cuestionario. Esta selección de grupos la hicieron los investigadores responsables previamente en gabinete, para evitar posibles errores en la selección. Lo anterior se logró al elegir un número aleatorio menor o igual al total de grupos proporcionados por el marco de muestreo de cada escuela seleccionada; al llegar a cada plantel, el encuestador elaboraba un listado, en la otra columna del formato, de los grupos existentes aplicaba los cuestionarios al (los) grupo(s) previamente marcado(s).

 

Se obtuvo una muestra de 1 929 alumnos; se seleccionaron 23 escuelas secundarias y siete preparatorias, y como en algunas escuelas resultaron seleccionados más de un grupo, se obtuvieron en total 42 grupos en secundaria con 1 367 alumnos y 19 grupos en preparatoria con 559 alumnos.

 

El procedimiento que se siguió para el levantamiento de la encuesta fue el siguiente: los encargados de aplicar los cuestionarios eran pasantes y profesionistas de carreras de ciencias sociales con experiencia en la aplicación de encuestas, a quienes se instruyó durante varios días para familiarizarlos con el cuestionario y con la logística de la encuesta; los investigadores responsables supervisaron todos los detalles del levantamiento.

 

Al iniciar la aplicación en cada uno de los grupos, los encuestadores explicaban a los alumnos que su participación era voluntaria, que la información que proporcionarían era confidencial y anónima, y que los datos se presentarían en forma de un resumen estadístico.

 

El cuestionario empleado es autoaplicable, está precodificado y contiene 158 preguntas cerradas así como indicadores que han sido elaborados por varios países, entre ellos México, conjuntamente con la Organización Mundial de la Salud. Este instrumento ha sido utilizado en diferentes encuestas con esta población, en las cuales se ha probado su validez y confiabilidad.30

Las escalas de interés para este trabajo son las siguientes:

  • Datos sociodemográficos. En esta sección se incluyen preguntas como sexo, edad, ocupación y estudios en el año anterior a la encuesta.
  • Consumo de sustancias. Esta sección tiene como objetivo estimar la prevalencia (alguna vez en la vida y en los últimos 30 días) de las siguientes drogas: anfetaminas, tranquilizantes, inhalables, mariguana, cocaína y alucinógenos.
  • Consumo de bebidas alcohólicas. Aquí se obtiene la prevalencia del consumo de alcohol (alguna vez en la vida y en los últimos 30 días). La cantidad y frecuencia con la que beben, el tipo de bebidas que consumen, los lugares donde beben y donde obtienen el alcohol; los problemas relacionados con este consumo, el consumo de alcohol en familiares y amigos, y las razones para beber alcohol.
  • Escala de tiempo libre. Permite evaluar las actividades que el adolescente suele realizar cuando no asiste a la escuela o al trabajo.
  • Escala de actos antisociales. Está conformada por indicadores que miden la ocurrencia de conductas inadecuadas que hayan presentado los adolescentes en los últimos 12 meses.
  • Sección de conflictos familiares. Contiene preguntas acerca de los conflictos entre los padres y/o los adultos de la casa, si los alumnos los consideran graves, si han solicitado ayuda y si el consumo de alcohol ha ejercido alguna influencia sobre los mismos.
  • Escala de normas familiares. Contiene reactivos acerca de las reglas familiares respecto al consumo de bebidas alcohólicas y si al adolescente le interesa cumplir con estas normas.

Para el análisis de los datos se utilizaron las pruebas estadísticas x2, Kruskall Wallis y U de Mann Whitney, con la finalidad de detectar si había diferencias entre los estudiantes abstemios, los bebedores y los consumidores de otras drogas. Estos análisis se realizaron con el paquete SPSS para Windows, versión 7.0.

 

El patrón de consumo de bebidas alcohólicas se dividió en las siguientes categorías:

  • No bebedores: son los estudiantes que nunca en su vida han bebido alcohol.
  • Beben menos de cinco copas: incluye a los que beben pero no lo hicieron en el último mes, y a los que bebieron entre una y cuatro copas en ese lapso.
  • Beben cinco copas o más por lo menos una vez al mes: abarca a los que tomaron esta cantidad por ocasión de consumo, en el mes anterior.

Respecto del patrón de consumo de drogas, se distinguieron dos categorías:

  • No usuarios: se refiere a los que nunca han consumido ninguna de las drogas investigadas.
  • Usuarios: son los estudiantes que han consumido drogas alguna vez en su vida.

 

 

Resultados

Datos sociodemográficos

La proporción por sexo es muy similar: 44.9% son hombres y 52.5% son mujeres. Cerca de 80% de la muestra tiene entre 12 y 15 años, con un rango de 10 a 22 años y una media de 14 años. La mayoría estudió y no trabajó en el año anterior a la encuesta (85%). Sin embargo, 12.3% tuvieron un empleo de medio tiempo o de tiempo completo y 15.8% estudió medio tiempo o no asistió a la escuela.

 

Alcohol

El 47.9% ha probado bebidas alcohólicas alguna vez en su vida, de los cuales 50.6% son hombres, y 45.9%, mujeres. Respecto al consumo en el mes anterior, 20.9% bebió alcohol, y 12.6% lo hizo en altas cantidades, esto es, cinco copas o más por ocasión. De ellos, una cifra superior son hombres, tienen 18 años o más, no estudiaron y/o trabajaron medio tiempo en el año anterior a la realización de la encuesta (cuadro I).

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Las bebidas preferidas de esta población son: la cerveza (30.5%) y los coolers (29.9%); en segundo lugar están los vinos de mesa (25.3%) y los destilados (24.7%). Cabe mencionar que las bebidas que consumen en mayores cantidades (cinco copas o más por ocasión) son la cerveza (5.4%) y los destilados (4.4%).

Los principales lugares en donde obtienen las bebidas alcohólicas son: "en una tienda sin pedirles identificación" (15.5%); "en su casa con permiso de sus padres" (14.2%); "sin permiso de ellos" (7.6%); "con un amigo de menos de 18 años" (7.7%), y en "venta clandestina" (4.5%), es decir, en tiendas que no tienen autorización para vender bebidas alcohólicas, o que lo hacen fuera de su horario normal. Generalmente, beben en su propia casa (20.6%) o en la de otra persona (12.5%), en áreas abiertas como parques o calles (10.1%), en restaurantes (9.8%), en fiestas escolares (9.3%) y en coches (8.6%). También se les preguntó en dónde aceptaban sus padres que consumieran bebidas alcohólicas y los lugares donde más se los permiten es en su casa (33% de los que beben más de cinco copas por ocasión y 29% de los que beben menos de esta cantidad) y en fiestas o reuniones sociales (42.7 y 19.9%, respectivamente). Asimismo, se les cuestionó si sus padres les habían pedido que compraran, destaparan una botella o sirvieran una copa a sus familiares, y 21.7% de los abstemios, 45.7% de los que beben menos de cinco copas y 62.7% de los que beben mayores cantidades contestaron que sí.

 

Drogas

En el cuadro I se observa que 5.1% ha probado alguna droga en su vida. Un número más alto son hombres, tienen 18 años o más y tuvieron un empleo de medio tiempo en el año anterior a la encuesta; 3.7% de estos usuarios cursaban la secundaria, y 8.4%, la preparatoria.

Los inhalables (2.3%) son los preferidos; en segundo lugar están tanto la mariguana (1.7%) como los tranquilizantes (1.7%) y 1.2% ha probado cocaína. Al igual que en encuestas anteriores con esta población, los resultados encontrados en este estudio indican que en las mujeres predomina el uso de tranquilizantes (1.8%) y anfetaminas (1.3%) sin receta médica, y los varones tienden a experimentar con drogas ilegales, principalmente con inhalables y mariguana (2.7% en ambos casos).

Por otro lado, 3.7% declaró que en los últimos 12 meses consumió alguna droga al mismo tiempo que bebió alcohol. El 14.4% consideró que le sería fácil conseguir drogas si quisiera. Una alta proporción señaló que, si lo deseara, las conseguiría con extraños o desconocidos (40.3%), con amigos o conocidos (24.5%) o incluso con compañeros de la escuela (15.9%).

 

Variables relacionadas con el consumo de alcohol y drogas

Se les cuestionó acerca de lo que acostumbran hacer en su tiempo libre (cuadro II), y se observó que los estudiantes que no beben alcohol ni consumen drogas practican más actividades como los deportes, ayudar en casa, hacer la tarea y salir de paseo con la familia, en comparación con los consumidores de drogas y de altas cantidades de alcohol, quienes con más frecuencia salen con los amigos, no hacen nada y se aburren o acostumbran ir a beber con amigos en sus ratos libres.

 

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Al preguntarles acerca de las razones por las que consumen alcohol, los dos grupos de bebedores señalaron, en primer lugar, las siguientes: "Beber es una buena forma de celebrar" y "Bebo porque me gusta beber". Aproximadamente la tercera parte de los que beben mayores cantidades y alrededor de 15% de los que toman menos de cinco copas mencionaron: "es lo que hacen mis amigos cuando estamos juntos", "me ayuda a olvidarme de mis problemas y preocupaciones", "bebo cuando me siento tenso y nervioso" y "me da más confianza en mí mismo".

Por otra parte, ambos grupos de bebedores y, en especial, un número mayor de los que toman más alcohol, indicaron como principales problemas relacionados con su consumo los físicos tales como: "tener una cruda" (73.1 y 22.8%) o "enfermarse del estómago" (44.4 y 15.8%), "problemas con los padres" (41.6 y 10%), "arrepentirse de algo que hizo al beber" (39.5 y 10.1%) y "no recordar lo que hizo" (36.7 y 2.9%).

Respecto a los resultados de la escala de actos antisociales (cuadro III), éstos indican que una gran parte de los bebedores altos, así como de los consumidores de drogas, tienen conductas tales como: tomar parte en riñas, dañar bienes ajenos, portar armas para defenderse, pasar la noche fuera de su casa sin permiso y tomar mercancía de tiendas sin pagarla.

En lo que se refiere a las normas familiares (cuadro IV), se observan grandes diferencias, ya que un porcentaje significativamente superior de los abstemios, en contraste con los que beben altas cantidades o consumen drogas, cumplen con las reglas que tienen sus padres respecto a las bebidas alcohólicas y, a su vez, les interesa más hacerlo. Es importante subrayar que una cifra más elevada de los no usuarios señaló que sus padres se darían cuenta si bebieran alcohol, y el único reactivo en el cual no hubo diferencias entre los grupos es el que se refiere a la claridad en las reglas sobre el consumo.

En la sección de conflictos familiares, una proporción significativamente mayor de los adolescentes que han probado drogas (37.1%) y de los que beben más (30.7%) informaron que es común que sus padres peleen más frecuentemente, consideran esta forma de pelear exagerada; en esos problemas ha intervenido el consumo de alcohol. También un número mayor mencionó que han pedido ayuda por estos conflictos y a su vez han intentado separarse, en contraste con aquellos que nunca han consumido alcohol o drogas.

Por otro lado, en el cuadro V puede observarse que una cifra estadísticamente más elevada de los que beben mayores cantidades, señaló que tanto sus parientes como su mejor amigo frecuentemente ingieren alcohol. En el caso de los que han consumido drogas, los porcentajes que resultan ser significativos únicamente se ubican en el padre y en su mejor amigo.

 

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Discusión

Los datos sobre la prevalencia alguna vez en la vida de consumo de alcohol, obtenidos en los estudiantes de enseñanza media y media superior de la ciudad de Pachuca, Hidalgo, son similares a los encontrados en toda la entidad en la encuesta nacional estudiantil de 1991 (47.9 y 41%, respectivamente). Sin embargo, no sucedió lo mismo con los que bebieron en el mes anterior, ya que la prevalencia en este estudio fue muy superior (20.9%) en comparación con lo encontrado en 1991 (10.1%). A pesar de que los datos de estas dos investigaciones no son totalmente comparables debido a que los resultados de 1991 pertenecen a todo el estado de Hidalgo y los de 1996 son representativos de la ciudad de Pachuca, ambas encuestas abarcaron a la población escolar. Por lo tanto, se puede señalar que el número de jóvenes que han probado las bebidas alcohólicas se ha mantenido más o menos estable; no obstante, en 1996 se detectaron más usuarios activos al momento del estudio en esta población, aspecto que refleja una mayor concentración de usuarios en escenarios urbanos y un aumento en el número total de consumidores, como se ha observado en otras regiones. Por ejemplo, en el Distrito Federal en tres mediciones con esta población en 1989, 1991 y 1993 el consumo en el mes anterior se elevó de 15% en 1989 a 24% en 1993.31

 

Respecto al consumo de drogas ilegales y médicas usadas fuera de prescripción, el número de consumidores experimentales se ha mantenido más o menos constante de 1991 a 1996, en relación con las siguientes sustancias: tranquilizantes 1.5% en 1991 y 1.7% en 1996; mariguana 0.9 y 1.7%; y cocaína 1.1 y 1.2%. Únicamente en el caso de los inhalables, que han sido las drogas de preferencia, pareciera que ha disminuido el número de usuarios, pues fue de 5.7% en 1991 y de 2.3% en 1996.

 

Una proporción mayor de los estudiantes que ingirieron grandes cantidades de bebidas alcohólicas durante el mes anterior y de los que han probado drogas, en contraste con los adolescentes que nunca han tomado alcohol y con los que beben cantidades moderadas, presentan un perfil que coincide con el observado en las encuestas estudiantiles precedentes,9,10,13,16,20 a saber: son varones, tienen más edad y están inmersos en el mundo adulto, puesto que tienen la responsabilidad de un trabajo que a veces combinan con los estudios.

 

Por otra parte en México, al igual que en otros países, existe una regulación que prohibe la venta de alcohol a menores de edad, misma que en muchas ocasiones no se cumple en los lugares donde se vende y distribuye. Esto se refleja en los datos, ya que los adolescentes mencionaron que obtienen bebidas alcohólicas principalmente en tiendas donde no les piden identificación.

 

Respecto al tipo de bebida, la literatura y en general los estudios desarrollados en México3,8 indican que predomina el consumo de cerveza; asociado a esto, en los últimos años ha destacado el consumo de bebidas como los coolers, que han tenido una gran aceptación entre los jóvenes; en la encuesta levantada en 1993 con alumnos del Distrito Federal,29 especialmente entre las mujeres32 y en específico en la presente encuesta, manifestaron que este tipo de bebidas, al igual que la cerveza, son las que más acostumbran tomar. Esto conduce a reflexionar sobre la información que están recibiendo ya que pareciera que la publicidad y, en general, la idea comercial que gira en torno a la venta de estas bebidas, está principalmente dirigida a los jóvenes.

 

Es interesante observar que, en una alta proporción de casos, estos jóvenes toman bebidas alcohólicas en sus hogares, lo cual coincide con diferentes investigaciones realizadas tanto en población adulta33,34 como entre estudiantes.35,36 Aunado a lo anterior, declararon que este consumo se presenta con la aceptación parental; especialmente un número mayor de los que beben altas cantidades han tenido contacto con el alcohol por medio de sus padres, lo que sugiere que existe un ambiente que favorece el consumo de bebidas alcohólicas al haber cierta tolerancia social hacia esta conducta, ya que en diferentes núcleos sociales, como la propia familia y el grupo de amigos, forman parte de las celebraciones y festividades cotidianas de estos estudiantes, quienes en su mayoría son menores de edad.

Por otra parte, las actividades a las que se dedican en su tiempo libre reflejan variaciones importantes entre los abstemios, en contraste con los que beben más de cinco copas y con los consumidores de drogas, quienes informan no hacer nada y aburrirse con más frecuencia. Al respecto De la Fuente2 menciona que el entorno social de los jóvenes les ofrece limitadas oportunidades de desarrollo educativo, ocupacional y del uso del tiempo libre. Esto subraya la necesidad de que en la familia, así como en la escuela, se fomenten actividades culturales, deportivas y recreativas que fortalezcan y apoyen los intereses e inquietudes propios de su edad.

 

Los resultados de esta encuesta corroboran los encontrados en mediciones anteriores en esta población, debido a que ingerir elevadas cantidades de alcohol, así como consumir tanto drogas ilegales como médicas, está muy asociado con incurrir en conductas antisociales15-18 que ponen en riesgo su integridad física, moral y legal.

 

Otro hecho que sobresale es que los alumnos que consumen tanto drogas como cantidades importantes de bebidas alcohólicas parecen estar más distanciados de sus familias, puesto que salen menos a pasear juntos y ayudan menos en las labores de su casa. Del mismo modo, un número inferior cumple con las normas paternales y muestran un reducido interés en apegarse a las mismas. Cabe destacar que independientemente de si lo han consumido o no, una gran parte (40%) manifestó que dentro de su núcleo familiar no existen reglas claras hacia el consumo de alcohol, aspecto que subraya la importancia que tienen los padres en definir abiertamente los parámetros que guíen las acciones de sus hijos ya que, a esta temprana edad, cualquiera puede ser vulnerable en cuanto a incurrir en conductas socialmente inaceptables.

 

En lo que se refiere a la interacción familiar, los datos del estudio corroboran lo encontrado en otras encuestas21-23 y, en especial, lo mencionado por Maltzman y Schweiger,26 ya que los alumnos que no han consumido drogas o alcohol perciben más funcional su ambiente familiar, debido a que declararon tener menos conflictos e intentos de separación dentro de sus familias. Asimismo, tanto los consumidores de drogas como los que toman más bebidas alcohólicas informaron que, en su entorno social, sus amigos y parientes consumen frecuentemente alcohol, lo que coincide con algunos estudios19-22 y confirma que estos jóvenes están expuestos a un riesgo superior;12,13,20 asimismo, subraya la trascendencia que tiene la familia en el establecimiento de modelos de comportamiento para los hijos.

 

En resumen, los datos señalan que una proporción importante de los menores bebe alcohol y prefiere bebidas como la cerveza o aquellas que la publicidad ha dirigido hacia este sector del mercado (coolers y otras bebidas preparadas), contando para ello con la anuencia de los padres de familia y de las autoridades, quienes no cumplen la norma de prohibir su venta a los menores de edad.

 

Los estudiantes que beben grandes cantidades y los que consumen drogas, presentan más consecuencias derivadas del uso de sustancias, más problemas de conducta, con menos frecuencia hacen deporte o comparten actividades con sus familias, a la vez que perciben un mayor índice de conflictos dentro de ellas y viven en ambientes en donde se bebe más alcohol.

 

Puede concluirse que el consumo de alcohol está normalizado en la población adolescente; esta observación debe replantear los objetivos de los programas de prevención, dado que no existe un consenso en cuanto a que los menores de edad no deben beber. Podría considerarse la realización de una campaña orientada a los adultos que están cerca de los menores y, específicamente, a los padres, sobre los efectos nocivos a la salud del consumo de alcohol, razones que apoyarían la meta de retrasar el inicio en el consumo, o bien, de orientar los programas a la educación en el consumo responsable del alcohol, así como hacia la disminución de riesgos. En cualquier caso, es necesario informar a los padres de familia sobre la influencia que sus prácticas de consumo tienen en los menores, promover actividades que los lleven a una mejor calidad de vida, disminuir los riesgos e identificar a aquellos adolescentes con mayor tendencia a abusar en su consumo de alcohol y de drogas, debido a las características del ambiente en donde se desenvuelven, con el fin de apoyarlos mediante intervenciones preventivas más intensas.

 

Los datos obtenidos en esta investigación proporcionan una amplia información sobre la epidemiología del uso de sustancias en la población estudiantil de la ciudad de Pachuca, Hidalgo, por lo que, con base en estos hallazgos, la comunidad ha empezado a efectuar diversas acciones preventivas tales como la realización de programas informativos, en los diferentes medios de comunicación, sobre el consumo de alcohol y sus consecuencias. Asimismo, se han impartido conferencias en las que se ha retroalimentado e informado tanto a la comunidad escolar -directivos y maestros-, como a los padres de familia y jóvenes; se ha publicado también un boletín informativo que contiene los resultados de esta investigación. Adicionalmente los profesores han desarrollado distintas actividades preventivas con sus alumnos.

 

Por último, cabe destacar la misión conjunta que tienen la sociedad, los medios de comunicación, las autoridades, los padres de familia y el sector educativo, para seguir coordinando esfuerzos y estrategias preventivas permanentes -como las realizadas con la población escolar de Pachuca, Hidalgo, a fin de enfrentar este fenómeno tan complejo-, que impidan que los jóvenes se involucren en el consumo de drogas y que ingieran cantidades excesivas de bebidas alcohólicas, que les ocasionen problemas severos.

 

Agradecimientos

Se agradece el apoyo incondicional proporcionado tanto por el Consejo Estatal como por el Consejo Municipal contra las Adicciones, del estado de Hidalgo.

 

 

Referencias

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* Esta investigación fue financiada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, clave M0148-H9602, y por el Instituto Mexicano de Psiquiatría, proyecto No. 4270, y subestudio en escuelas proyecto No. 4274P.

(1) Investigadoras de la División de Investigaciones Epidemiológicas y Sociales, Instituto Mexicano de Psiquiatría (IMP), México.

(2) Jefa de la División de Investigaciones Epidemiológicas y Sociales, IMP, México.

(3) Secretaria Técnica del Consejo Estatal contra las Adicciones, Secretaría de Salud, Estado de Hidalgo, México.

(4) Investigadora del Tri-Ethnic Center for Prevention Research, Colorado State University, Estados Unidos de América.

 

FUENTE:
Scielo/Salud Pública de México

http://www.scielosp.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0036-36341999000400007