El evento tuvo el auspicio de Veuve Clicquot, una de las marcas de champán propiedad de Moët Hennessy, la división de bebidas alcohólicas del conglomerado de artículos de lujo LVMH. Después de un 2009 pésimo para el negocio de los espumantes en general, esta fiesta del polo forma parte de una campaña de marketing para promocionar el champán en un país que aún tiene que desarrollar el gusto por las lujosas burbujas. El consumo per cápita promedio en EE.UU. es casi de media copa por año.

Pero si convencer a los norteamericanos para que beban más champán se está convirtiendo en un importante desafío, Moët Hennessy mismo enfrenta un reto existencial aún mayor. El grupo está cada vez más presionado para que actúe en esta última ronda de consolidación en el sector. Excepto algunas adquisiciones medianas concretadas hace unos años, Moët Hennessy se mantuvo alejado de la escena de las fusiones y se centró en cambio en fortalecer sus marcas premium. La pregunta es si puede seguir ayunando o debería también comenzar a participar del juego de la consolidación.

Probablemente no pueda seguir observando desde afuera cómo sus principales rivales se quedan con marcas nuevas y, en el proceso, avanzan posiciones en la carrera. De los tres grupos líderes del sector con marcas verdaderamente globales, Moët Hennessy se está quedando detrás de Diageo y Pernod Ricard.

Éste último fue particularmente codicioso y adquirió varias ex marcas de Seagram y luego se alzó con Absolut Vodka, además de fortalecer sus marcas de alta gama.

Desde que asumió la presidencia de Moët Hennessy hace siete años, Christophe Navarre, vendió activos no estratégicos. El grupo parece haber capeado con éxito la reciente tormenta, la pregunta es cómo se moverá de ahora en más.