Así quedó establecido en la investigación realizada por Javier Sánchez Carlos, actual rector de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), sobre el “Consumo de sustancias lícitas e ilícitas en Ciudad Juárez como categorías de análisis ante el clima de violencia e inseguridad”.

Dicho estudio señala que, en parte, al consumo de alcohol y las drogas tienen una relación muy directa de causa-efecto con este ambiente de violencia que se registra en Ciudad Juárez.

Expone, por ejemplo, que el consumo de alcohol está ligado no sólo con los incidentes viales que aquí ocurren, sino que guarda relación con delitos de alto impacto como los homicidios.

“En la mayoría de las investigaciones realizadas hasta la fecha se ha encontrado una proporción muy elevada y significativa entre accidentes automovilísticos y consumo excesivo de sustancias, así como también de una estrecha relación con los suicidios, homicidios y otros actos de violencia”, refiere.

El estudio publicado por el Observatorio de Seguridad y Convivencia Ciudadanas del Municipio de Juárez menciona que a pesar de que la decisión de beber de las personas es un asunto estrictamente personal y privado, la decisión de hacerlo de manera irresponsable trasciende el ámbito individual situándose en lo social, ya que afecta, en una u otra forma, a todos los que la rodean.

Y es que cita los resultados de un estudio relacionado sobre los incidentes viales ocurridos a nivel local, donde si bien se aprecia una significativa reducción en la cantidad de este tipo de sucesos de 2007 a 2009, conducir en estado de ebriedad se encuentra entre los principales motivos por los cuales éstos suceden.

Según esos datos, el 77 por ciento de los accidentes se deben a la imprudencia de los conductores y el 13 por ciento al consumo de alcohol.

Además, indica que en la mayoría de los accidentes con presencia de muertes, al menos dos de cada 10 fueron provocados por conductores que estaban bajo el influjo de drogas o alcohol.

Mientras que los atropellos, más de la mitad fueron producidos por el abuso de drogas o alcohol.

Por lo que recomienda no sólo la implementación de programas operativos de alcoholimetría para inhibir la conducción bajo el influjo de alcohol, sino apoyar la aplicación del Reglamento de Tránsito sin excepción para, con ello, combatir el influyentismo y la impunidad.

Aunque también advierte que cualquier estrategia de prevención, reducción de daños y rehabilitación psicosocial deberá situarse en los lugares en donde se estructura la vida cotidiana de los niños, los jóvenes y las familias.

Esto, argumenta, porque a través del estudio se observa que en Ciudad Juárez el consumo de alcohol y drogas ilícitas ha ido acompañado de estos procesos masivos de abandono familiar, deserción escolar e incorporación temprano al trabajo.

Pero también por el contexto severo de privación cultural en donde se encuban procesos de desarrollo en condiciones psicosociales cada vez más precarias para las nuevas generaciones, por la gran cantidad de hijos de padres adolescentes, madres sociales de rotación de las parejas jóvenes y de abandono infantil.

Y es que de acuerdo con el estudio “El consumo de alcohol en las entidades del norte de México; ¿Un problema de salud pública en los estados fronterizos?, Chihuahua es el estado de esta región donde más se bebe licor en la modalidad “consumo diario” en la población general.