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El veto al IVA
04/09/2009
Enrique Quintana
COORDENADAS Hay acontecimientos que se fijan en la memoria colectiva y el alza del IVA tras el "error de diciembre" es uno de ellos

Lo que ocurrió la noche del 17 de marzo de 1995 quedó adherido a los recuerdos del PRI.

Al alza de 10 a 15 por ciento en el IVA se le atribuyen costos políticos sin precedente en la historia del tricolor.

La "roqueseñal", esa imagen del entonces coordinador de los diputados del PRI, quedó con el símbolo del uso que la tecnocracia hizo de los diputados priistas y a ello se le atribuyó la pérdida en las elecciones de 1997 de la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados por parte del tricolor (que, por cierto, nunca han recuperado).

Así que tras el sexenio de Zedillo se arraigó en la cultura priista el rechazo a todo lo que huela a un alza al IVA.

Pero, además, se agregaron razones específicas y reales para rechazar un alza a este impuesto, sobre todo a los alimentos.

De modo directo, tiene un efecto regresivo en la distribución del ingreso.

La explicación es muy sencilla. Como los más pobres destinan una proporción mayor de su gasto a la compra de alimentos, el que éstos queden gravados, con la tasa que sea, implica que resultan más afectados los que proporcionalmente gastan más en este tipo de bienes.

La solución oficial (planteada desde el famoso "copeteado" de Fox) para hacerle frente a este efecto es usar los recursos adicionales captados por la imposición del IVA para generar un gasto que beneficie a los sectores afectados.

El problema es que la política social en México no es precisamente lo más confiable y quedan dudas de la eficacia de su carácter redistributivo.

Si hubiera plena confianza en ella, la oposición al IVA sería menor, al menos entre los que no tienen la fijación del alza de 1995.

La combinación de la historia pasada con las objeciones que tienen fundamento prácticamente dejará fuera el tema del IVA del cuadro fiscal de 2010, así se incluya en la propuesta del Gobierno que se entregará al Congreso el próximo martes.

Por eso le he insistido: en materia de ingresos, las dos principales apuestas del Gobierno son las tasas más altas en renta y el incremento de precios públicos.

A los partidos les será más fácil lidiar con las críticas de que mayores impuestos al ingreso inhiben la inversión (lo que es cierto) que con todos los argumentos contrarios al IVA.

En cuanto a precios públicos, el aumento de la gasolina Magna, que será diluido en muchos aumentitos, será menos sensible, como ya se probó en el segundo semestre del año pasado.

Lo peculiar es que quizás el aspecto cuantitativamente más agresivo del recorte al gasto público tendrá que ver con los subsidios a la gasolina.

Con los datos de julio se puede estimar que el subsidio por cada litro de Magna fue de 1.40 pesos. Se vendieron aproximadamente 118 millones de litros diarios, así que el subsidio en el mes fue de 5 mil 121 millones de pesos.

Si esa fuera la media de los siguientes meses, el subsidio anual sería de 61 mil 454 millones de pesos. Hay que recordar que en 2008, este subsidio rebasó los 200 mil millones.

Pero aunque no sea la más voluminosa por los recursos ahorrados, la que va a ser base del argumento de la austeridad del Gobierno, que irá junto con el aumento de precios e impuestos, será la compactación de dependencias.

Aunque se ha mantenido con mucha discreción la propuesta, dé por hecho que dos o tres secretarías van a dejar de serlo y que habrá una buena cantidad de institutos y fideicomisos que se van a fusionar con otras dependencias.

El problema es que el mayor ahorro de gasto público va a ser a costa de que pague más la sociedad.

Fuente: Reforma    
Categoría: FISCAL    





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