En la obsesión por acabar con la Revolución Cubana, o al menos torpedear su camino, Estados Unidos, ya se sabe, mantiene una obcecada persecución a la que no escapan ninguno de los productos líderes de la economía cubana.

Desde el azúcar hasta la industria turística son constantes blancos del entramado de leyes que conforman el bloqueo, utilizado muchas veces para robarse literalmente el mercado y hasta el prestigio de reconocidas marcas.

Así acaba de ocurrir con el ron Havana Club, una marca genuinamente cubana, pero que está involucrada en un complicado y dilatado proceso legal por culpa de unos desalmados que desde 1998 tratan de robarnos ese sello comercial.

Ahora, hace apenas unos días, una Corte Federal de Apelaciones de Washington decretó que la Oficina de Control de Valores Extranjeros (OFAC por siglas en inglés) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos actuó correctamente cuando prohibió que el grupo Pernod Ricart renovara su licencia comercial estadounidense sobre el nombre Havana Club.

De esa forma, la empresa que comercializa el ron cubano en todo el mundo bajo un acuerdo con la estatal Cubaexport, no podrá venderlo en territorio norteamericano.

Se quedan entonces los estadounidenses sin probar el más conocido de nuestros rones, por obra y gracia de la llamada Sección 211, una legislación de la que se habla poco, pero que forma parte de la implacable telaraña del bloqueo y que tiene el oscuro respaldo del grupo Bacardí.

Esa Sección 211 es un apéndice de la Ley Omnibus de Asignaciones Consolidadas Suplementarias y de Emergencia, una adición colada de contrabando a la legislación presupuestaria de 1998.

Ese engendro legal impide a los titulares cubanos o sus sucesores, entre ellas las empresas extranjeras con intereses en Cuba, el reconocimiento y disfrute en Estados Unidos de sus derechos sobre marcas o nombres comerciales registrados y protegidos en la isla, vinculados a antiguas propiedades nacionalizadas por el gobierno cubano.

Esa malsana Sección sigue en pie a pesar de que el Órgano de Apelaciones de la Organización Mundial del Comercio, a solicitud de la Unión Europea, dictaminó en enero del 2002 que viola las obligaciones legales del Trato Nacional y de Nación Más Favorecida del Acuerdo sobre los ADPIC (Aspectos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio).

Así, el 28 de julio del 2006, la OFAC negó la concesión de una licencia a Cubaexport, que le hubiese permitido a esa empresa pagar por la renovación del registro de la marca ante la Oficina de Marcas y Patentes de Estados Unidos.

Al no poder pagar la tasa de renovación del registro, el 3 de agosto del 2006, la Oficina de Marcas y Patentes informó que sería cancelado el registro de la marca Havana Club a favor de la empresa Cubaexport.

Aprovechando la ocasión, y con la total anuencia de Washington, la empresa Bacardí comenzó a comercializar un ron con ese mismo nombre, en una acción comercial que viola incluso la legislación estadounidense.

El sello comercial Havana Club fue usado inicialmente por la familia Arechabala, pero cuando expiró esa propiedad, Cubaexport inscribió la marca en Estados Unidos en 1973, una práctica común incluso entre las empresas norteamericanas que tienen inscritas en la isla más de cinco mil marcas.

Pero más ha pesado la obsesión contra Cuba, único blanco de una legislación que atenta contra las bases mismas del sacrosanto libre comercio, ese del que tanto blasonan nuestros vecinos del Norte.

Aunque allá Bacardí esté haciendo trampa, y vendiendo un licor que no es cubano, Havana Club, que ya es la cuarta marca de ron más popular del mundo, vendiendo alrededor de 3.5 millones de cajas al año, seguirá su camino de éxito.

Consulte además

? 100% cubano

? Usurpación de marcas: Cuba emplaza de nuevo a EEUU

---------------------------------------------

Fuente: EXCLUSIVO, 06/04/11