Vivimos en una ciudad donde reina el caos y donde las leyes suelen ser "flexibles". ¿Cuántos atropellamientos al día no se evitarían si todos siguiéramos las reglas básicas para conducir? Estamos viendo en esta temporada de posadas y fiestas cuántas vidas se han salvado en los últimos días por haber hecho cumplir el reglamento en materia de no conducir borracho, lo cual requiere acciones visibles y efectivas como las del alcoholímetro. Hay algunos padres que no lo saben, pero sus hijos están vivos porque se cumplió por unos días una regla elemental. Pero lo mismo se puede decir cuando muere alguien como resultado de un conductor ebrio: el responsable último de esa muerte es la autoridad que no hizo valer la ley.