Me llegó un correo electrónico de Manuel Ruelas, director general de Consulting PR, en el que se ofrecía información sobre UPIICSA. Más o menos así decía su boletín: “La Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería y Ciencias Sociales y Administrativas, líder por su oferta académica de calidad y vanguardia, anunció hoy como parte de la celebración del 35 aniversario de la UPIICSA el éxito obtenido en su Programa de Semilleros con el apoyo de la empresa Gesfor México...”

Desde hace años, diariamente, hasta domingos y días festivos, recibo decenas de correos electrónicos y comunicados (incluso vía fax o carta de Sepomex) que me invitan a escribir sobre algún tema que el remitente, o sea, la agencia de relaciones públicas que lo manda, quiere que se publique.

A veces, directivos de empresas me hablan para preguntarme por qué no he publicado su información, en un tono imperativo, tan imperativo y sin tacto, que por mi educación en escuela pública me atengo de contestar con alguna grosería, pero ganas no me faltan.

En otras ocasiones, llega el mensaje y comienzan las llamadas de la agencia de PR, insistentes, para preguntarme cuándo se publicará su boletín, como dando por hecho que será así.

Lo raro, ya me acostumbré, no es que se molesten cuando los buscas para preguntarles algo fuera de su guión, algo que no te ofrecen en forma de boletín exclusivo (“que sólo me entregan a mí y a la agencia de noticias “fulanita”).

Lo raro es que cada vez que abro alguna revista o periódico de la competencia (me molesta cuando es el mío) toman el comunicado que yo considero debe ir a parar a la basura por ser publicidad disfrazada de información de interés general.

Algunos ya se han dado por vencidos ante este sistema de circulación de información: la empresa me manda información, la publico y los lectores que se conformen con lo que hay.

Eso me queda claro después de ver secciones repletas de gadgets, como catálogo de Best Buy, que se supone confeccionan egresados de las carreras de periodismo, letras y comunicación. El boletín (muchos boletines), tal cual, lo encuentro casi todos los lunes en algún diario nacional o en la tele, como “exclusiva”.

Los que publican sin chistar todo, son los mejores amigos del encargado de relaciones públicas en turno. El consentido, el que a pesar de seguir siendo clase media baja, o muy baja, puede cenar en los mejores restaurantes, tomando los mejores vinos e incluso poner en su Facebook algo así como: “En la suite presidencial del InterContinental. Es lo menos que me merezco!!! Jajaja” (conste que lo tomé al azar, de mi base de reporteros de tecnología, nomás para ejemplificar la farsa).

Y están los otros, que en serio, yo no creía que existían. Es el colmo: la semana pasada un reportero por error regresó la respuesta al boletín de Ruelas, que decía, después de que le ofrecieron la información en “exclusiva”, que proponía tres cosas:

(No te espantes, no voy a poner tu nombre ni tu medio, me da pena ajena y creo que por el nombre de los medios que representas no se lo merecen).

“1) Publicar lo que me digas en México, DF en el... 2) También en (de Mérida)... 3) Hacerte una entrevista de 10 minutos en mi programa (censurado) que se trasmite cada miércoles (en Mérida, Yucatán) de (censurado) y que cubre todo el estado.”

Lo que me hizo revolcarme frente a la computadora, de vergüenza:

“Si estás de acuerdo avísame y te paso el costo. Te dejo mi celular: (censurado por mí, ya dije por qué).”

Yo prefiero que no me consideren sus amigos las agencias de relaciones públicas (en alguna otra ocasión les contaré cuando me acusaron de robarme una computadora, en un evento al que ni siquiera fui).

takahashiroshi@gmail.com