Una vez más, como desgraciadamente ya va siendo costumbre, la Marcha del 2 de Octubre se ha visto empañada por la actitud vandálica de varios de los manifestantes. Esta derivación provoca no sólo caos en la ciudad, sino también daños en edificios públicos, privados y comercios establecidos, que aparte de verse obligados a cerrar y así no generar ventas, son atacados por mozalbetes para apoderarse de cuanta cosa pueden tras destrozar los cristales. Sin duda alguna los líderes de la marcha ni cuenta se han de dar del ingreso de esas tribus urbanas que no sólo no conocieron el movimiento de aquellos años, sino que ni siquiera lo han estudiado para formarse un marco teórico y referencial del mismo. Por eso es que sólo van a ver qué sacan. Porque los individuos que lanzan piedras, palos, tubos y escudos contra los guardianes del orden, nada tienen que ver con los que lanzan un mensaje político y piden por la libertad de Ramsés Villarreal, o por la no aprehensión por parte de Interpol de Lucía Morett, acusada de terrorisnio. Esos delincuentes disfrazados de estudiantes o integrantes de grupos sociales sólo generan violencia contra las autoridades y ciudadanos que se encuentran a su paso. Es una lástima que una marcha como la de ayer sea utilizada para robar, agredir, insultar y ofender. Las demandans sociales ya escasean en su vocabulario. Es por eso que se denigran con acciones vandálicas y por desgracia, retratan a todo el contingente desde la vanguardia hasta la retaguardia. Pero ni hablar, estos actos multitudinarios son fáciles de contaminar por sujetos como esos que lanzaron botellas de cerveza, fierros y piedras a los policías y que después arguyeron que fueron provocados. Lástima de juventud.