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"Hasta con abejas"
11/10/2009
Daniel Blumrosen
Daniel Blumrosen Había pasado más de un cuarto de hora desde la finalización del encuentro, pero el festejo continuaba en la cancha y en la tribuna. Las playeras blancas con la leyenda “Nos vamos al Mundial” fueron repartidas a Javier Aguirre y todos los integrantes del Tricolor. El momento fue aderezado por los acordes del mariachi, que cumplió casi cuatro horas continúas de tocar. México todaví...

Daniel Blumrosen Había pasado más de un cuarto de hora desde la finalización del encuentro, pero el festejo continuaba en la cancha y en la tribuna. Las playeras blancas con la leyenda “Nos vamos al Mundial” fueron repartidas a Javier Aguirre y todos los integrantes del Tricolor. El momento fue aderezado por los acordes del mariachi, que cumplió casi cuatro horas continúas de tocar. México todavía no ganaba y ellos ya entonaban el “Son de la Negra”. Ataviados con un elegante traje blanco, los integrantes de la agrupación musical fueron la sensación en la parte baja de la tribuna, justo detrás de la banca de El Salvador. Ubicación estratégica, para que el rival sintiera su condición de huésped odiado. La de ayer en el Azteca fue una fiesta que se preparó días atrás. Lo único que faltaba era que el Tri apagara las velitas del pastel. Sudáfrica ya está en el itinerario del equipo dirigido por Aguirre y los mexicanos lo celebraron a su manera: con éxtasis desbordado, mucha cerveza en las venas, música de mariachi y mentadas, demasiadas mentadas al rival centroamericano. Apenas fueron 200 salvadoreños los que se animaron a asistir al Coloso de Santa Úrsula y la pasaron mal. La venganza por lo sucedido hace cuatro meses en el Cuscatlán era objetivo de muchos, por más que el sonido local insistía en guardar compostura. Aunque los centroamericanos llegaron al inmueble cuatro horas antes del silbatazo inicial de Carlos Batres, su verdadero calvario comenzó cuando la Selecta saltó al césped. Fue entonces cuando el monstruo de 100 mil cabezas cobró vida. El Vasco solicitó que el visitante se sintiera como tal y el público cumplió con su parte. Eso sí, con el siempre reprobable monumental abucheo al himno nacional de El Salvador. Los azules lo entonaron, pero jamás escucharon sus acordes. Allá, arrinconados en la cabecera sur del Estadio Azteca, intentaron apoyar, pero siempre fueron amedrentados por la “marea verde”, que llegó a amenazar con “tragarse” a los elementos de seguridad que protegieron a los seguidores centroamericanos. A su selección le fue peor desde que salió del hotel de concentración. Pese a que no tuvo mayores contratiempos para arribar al escenario del duelo, sí fueron insultados por diversos automovilistas durante el trayecto cuando fueron reconocidos a su paso. Hasta las inesperadas abejas le hicieron pasar un mal momento al guardameta Miguel Montes, quien tuvo que ser reconfortado por varios de sus compañeros, mientras el personal del estadio intentaba sacar a los insectos. Aunque lo consiguieron media hora después. Utilizar extintores sólo provocó que se movieran hacia la tribuna, que por cierto, presumió no contar con malla ciclónica por primera vez en muchos años. Sólo la cabecera norte la mantuvo, debido a que en esa zona no existe la fosa que separa las gradas del terreno de juego y que es el paso de futbolistas y árbitros. Qué importó hasta entonces que la diferencia en el marcador fuera corta. El “Cielito Lindo” retumbó desde en el segundo tiempo. El partido no estaba decidido, pero la afición nunca dudó sobre cuál selección sería triunfadora. El segundo tanto era añorado, para ahora sí dar rienda suelta a la alegría, para festejar la consumación de la revancha, la clasificación al Mundial y la eliminación del representativo del país que más odia al Tricolor. Eso explica el éxtasis desbordado después del gol de Cuauhtémoc Blanco (69’). Quién mejor que el verdadero ídolo para acelerar los corazones. Ya lo de su salida de la cancha fue el colofón a la tarde. La celebración era a la mexicana, para toda la Selección, pero el hombre predilecto se llamó Cuauhtémoc, quien fue abrazado por todos en el festejo que marcó el preludio del viaje al continente negro, por primera vez en la historia. El Dato El guatemalteco Carlos Batres tuvo un buen trabajo en términos generales, aunque hay que reconocer que el partido fue fácil de arbitrar. Lo más grave fue que no haya revisado el terreno de juego, antes del encuentro, para evitar el problema de las abejas, aplicando así el arbitraje preventivo. Bien manejadas las amarillas, sobre todo, la de Rafael Márquez.

Fuente: El Universal    
Categoría: TIPOS DE PRODUCTO    





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