Por: Rodolfo Gerschman

En estos días yo también ando con ganas de controversias. El a propósito de qué, es lo de menos, que alguien se lo pregunte ya me parece materia de controversia. Es como un ánimo opositor y eléctrico que ha ganado espacio y que en verdad puede aferrarse a cualquier cosa. Por lo pronto echa raíces en mucho de lo que se mueve alrededor de nuestro mundo del vino y que me parece a veces demasiado contaminado por las vanidades.

Hace pocos meses, estando en Argentina, pregunté a un bodeguero sobre un escritor de vinos. Su respuesta fue "uf, no es muy confiable". Se lo pregunté a un hotelero y me dijo "uf, las bodegas lo consideran poco confiable". El asunto es que el tal escritor, finalmente, es de los pocos que se ha hecho de renombre en su país, aunque lleva poco tiempo en ello. ¿Es poco confiable? ¿Tal vez es independiente y eso no gusta? ¿genera envidia? Para saberlo tendría que probar todos los vinos que comenta.

En Chile oí hace algunos años, de una persona del medio, un comentario similar sobre Patricio Tapia. Patricio (Pato, le llaman) siguió su camino, tomó riesgos, continuó con su guía de vinos, y ésta es ahora la guía de su país. En mi último viaje le pregunté a la misma persona sobre el mismo Pato y su respuesta fue radicalmente diferente. ¿Qué le hizo cambiar de opinión? ¿Cambió el escritor? ¿Cambiaron los vinos?

Hay explicaciones comunes a otras áreas del periodismo: cuanto más reconocido es el periodista menos se atreverán a aplicarle presión aquellos que se sienten afectados por sus opiniones. Finalmente si el periodista trabaja duro y es efectivamente independiente, se irá creando una muralla alrededor y ganará el respeto aún de aquellos que no salen bien parados en sus comentarios. Por el contrario, si es complaciente con ciertos productos por razones comerciales, tarde o temprano perderá el respeto de sus lectores y, por último, de las mismas bodegas.

Pero hay otros aspectos que son más específicos del vino. Uno de ellos es el peso de la subjetividad, porque en materia de gustos hay margen para discrepar. Lo he visto en catas colectivas donde las opiniones pueden diferir radicalmente de un catador a otro. Y en ellas hay una mezcla de gusto y saber: el que las emite debe ser capaz de hacer pasar sus sensaciones por el filtro del conocimiento para interpretarlas con variables objetivas.

Pero aún si no es capaz de ello y se presenta como un villamelón (mucha gente, porque ha hecho un curso rápido, se siente capaz aunque no lo sea) su subjetividad tiene un valor que yo no me atrevería a rebatir. Puedo disentir pero no anular esa subjetividad, porque al final del día es probable que tenga un valor en el universo de subjetividades diferentes y hasta opuestas que componen el mercado de los potenciales consumidores.

Hay cada vez más gente que opina sobre vinos, que organiza catas, escribe y edita guías, con dos motivaciones: gusto y conocimiento reales, o figuración y dinero. Dado que el tema está de moda, es cada vez más difícil trazar la frontera entre una cosa y otra. Tampoco creo que sea necesario. Finalmente a los que escribimos sobre vinos y pretendemos ser expertos en el tema, nos pasará lo mismo que al vino: la consistencia, el gusto por el oficio y la perseverancia, aún en condiciones adversas, determinarán el respeto y la permanencia. Y la controversia seguirá siendo el alma de la fiesta.

Ayúdate a dar En este mundo tan tocado por la vanidad, entretanto, hay acciones que se colocan en las antípodas, sólo producto de la generosidad. Es lo que sucede con el evento Ayúdate a Dar que organizan cada año dos grandes aficionados al vino, Gabriel Gadsden y Pablo Arena. Esta tercera edición tendrá lugar el 21 de octubre en el restaurante Elago y congregará, como en años anteriores, a productores e importadores de vino junto a restaurantes notorios de la ciudad. Todos ellos ofrecerán sus degustaciones con el único objetivo de recaudar fondos para ayudar a los niños de la calle. Informaciones en el teléfono 1509-1953.

rodolfo.gerschman@reforma.com