Las máscaras en el suelo

- "No le vamos a hacer el trabajo sucio al PAN", "la oposición no sube impuestos", dijeron los priistas hasta la saciedad mentirosa. Y ahora se acomiden diligentes a respaldar lo antes condenado.

Lá única ventaja de las discusiones fiscales en la Cámara de Diputados es ver cómo se les caen a todos las caretas. Cuando Francisco Rojas, líder (a su manera) de la dividida bancada del PRI, alude a la responsabilidad para hacerle parte del trabajo al gobierno revela la real condición de sus compromisos políticos con una sola frase: "Queremos regresar a Los Pinos, no a las ruinas de Los Pinos".

Como es obvio, en esa pretensión domiciliaria no aparece para nada ninguna solidaridad popular. No importa si para sostener impecable la edificación se deba constmir la política fiscal sobre las ruinas de la sociedad.

El gobiemo persiste en el gravamen selectivo a algunas cosas; impuestos especiales, les llama; regímenes especiales, por otra parte. Grava el intemet; el tabaco (170 por ciento), la cerveza 26.5 por ciento; el trabajo (la renta) en dos puntos, el depósito bancario en efectivo y además el Impuesto al Valor Agregado hasta el 16 por ciento. Todo mundo se acompaña en la explicación de lo necesario de estas medidas de amargura cuyo razonamiento no abulta la cartera. "No le vamos a hacer el trabajo sucio al PAN", "la oposición no sube impuestos", dijeron los priistas hasta la saciedad mentirosa. Y ahora se acomiden diligentes a respaldar lo antes condenado. Lo grave en todo esto es la sordera colectiva. Esta fórmula se les ha censurado desde todos los ángulos. De los premios Nobel a los diputados del PT. De la alfa a la omega. Si el PAN no atiende ni entiende, es lógico, debe navegar por los mares de su supervivencia; necesita dinero no para gobemar sino para subsistir, para flotar en el mar de su desesperación. Pero la insensibilidad del PRI es verdaderamente cínica.

La política fiscal se sigue sosteniendo en el castigo al trabajo y en una inquisición a través de los "impuestos de control" (como los depositos en efectivo), mientras se rehusa a ampliar la base, a desunir las consolidaciones empresariales evasivas y a ponerles condiciones de mínima equidad a los actores económicos. Los mismos pagarán más; los menos seguirían con sus privilegios y sus excepciones. "Vamos a ser el hazmerreír de la opinión pública", dijo Osear Levin en torno de los tiempos, las urgencias y el dictamen final. Pero si se cumplió con las formas, el fondo no ha sido satisfactorio de ninguna manera.

"Doloroso", dijo Rojas, como si con eso resolviera la injuria social. 'Tramposos", les dijo a los fiscalistas del presidente Calderón la diputada (PRI) María Esther Sherman en relación con la pantalla del dos por ciento para subsidiar el combate a la pobreza, sin darse tiempo para los mismos calificativos a sus compañeros de partido. La opinión pública ya no les debe preocupar por sus carcajadas, sino por las mentadas. Esas van a sobrar. Favores, acomodos, antifaces en el suelo; falsedad por todas partes y, lo peor: un trabajo insuficiente; una política fiscal mediocre a la cual con desparpajo inculto el senador Gustavo Madero le dice "subóptima". ¿En ese sentido existirá lo "subperfecto" y también lo "subestúpido" ?

Cuando se debatía la actitud del Sindicato Mexicano de Electricistas alguien dijo: los trabajadores se pasaron; estiraron la liga demasiado y, claro, la reventaron. ¿Cuándo se va a reventar la liga social? Con estas medidas, pronto, a juzgar por la forma como brotan los componentes de una tormenta perfecta. Ya se han echado leños sindicales a la higuera de la inconformidad y el miedo generados por la fallida lucha contra el crimen organizado, ya se ha aumentado en millones el número de miserables en los años del panismo, ya se tienen los peores grados en la calificación educativa y cultural, ya conocemos nuestro último lugar en el magro crecimiento económico de América Latina. Pero el gobiemo y sus aliados de ocasión no tiene la mínima creatividad para hacer algo más imaginativo: meter la mano en el bolsillo de los pocos cautivos e inventar nuevas formas de exacción en lugar de mejores métodos de recaudación.

PELIGROS RADIOFÓNICOS

La frecuencia e insistencia con la cual el gobierno en todos sus órdenes machaca sus propósitos a través de los medios electrónicos caen en algunos momentos en errores graves. Por ejemplo, el más reciente promocional sobre la pandemia del A/H1N1 establece muy claramente dónde se originó el virus antes llamado de la influenza porcina.

Aunque aquí surgió, dice la propaganda, lo podemos controlar. ¿No fue por semanas bandera de defensa del gobiemo y hasta del país el origen califomiano del patógeno? Pues un spot de radio ha terminado la discusión.

¿Y los momentos de fracasado poeticismo? Es cosa de risa cuando el Poder Judicial se refiere a la historia bicentenaria como el devenir de los ríos (ni Manrique) hasta derivar en el ancho mar de la justicia. Ni Bécquer.