En una bella y majestuosa casona del siglo XVn ubicada en uno de los barrios mas emblemáticos y tradicional del sur de la ciudad -específlcamente en la calle Diego Rivera esquina con Aitavista-, lo cjue fuera la Hacienda Goicoechea, productora importante de pulque, y más tarde un monasterio carmelita, además de escuela de historia y hotel, es ahora el restaurante Antiguo San Ángel Inn.

Con mucha historia, bellos jardines, magnifico ambiente y decoración colonial, ofrece excelente cocina internacional. Si sus paredes hablaran, podrían contamos muchísimas anécdotas, pues en sus mesas han departido personajes importantes de la vida social. Intelectual y política de México.

Aunque teníamos reservación, me encontré con Sonia y Luis -mis cómplices de correrías gastronómicasen uno de los corredores del patio principal del restaurante para tomar un martlni con ginebra Bombay y dos aceitunas, un clásico del lugar, igual que sus famosas margaritas.

El martini llega en la típica cubetita enfriadora de plata. Para acompañarlo nos sirvieron cacahuates, papas fritas elaboradas ahí mismo y verduras frescas.

Por momentos, con la plática, el ambiente relajado del patio y el sonido de la fuente que está en medio, te transportas a provincia.

El capitán nos Indicó que nuestra mesa estalista. De camino al restaurante, pasamos por la también tradicional mesa de entradas frías, muy al estilo italiano, donde se puede ver un gran número de platos con antlpa.stos, que van desde camarones y ensalada de pulpos, hasta unas enjenas en aceite de oliva y ajo.

Ya sentados, nos decidimos por el vino tiento mexicano Monte Xanic Cabemet Merlot, de buen cuerpo y de agradable frescura frutal, cjue acompañó perfectamente todos lo platos.

Mientras veíamos la carta, escuchábamos a uno de los trios que ameniza el salón pririncipal. Cuando interpretaban "Sara mí", del oaxaqueño Alvaro Carrillo, nos trajeron a la mesa un cebiche acapulciueño para picar.

Después nos sirvieron crema de alcachofa -uno de los principales clásicos del lugarv las ensaladas roquefort y cesar. Esta última fue preparada magistralmente por nuestro mesero, ante nosotros, con ingredientes frescos.

De plato fuerte seleccioné el pato horneado con salsa de zarmamo ra, jugoso y crujiente; Luis, la brocheta de filete cíe res, y Sonia, un Chateaubriand que llegó en término correcto, acompañado de papas a la francesas y su salsa bemesa. Fue cortado y servido en nuestra mesa por el mesero.

De postre, otros dos consentidos del lugar: crema bavaria con fresas, e islas flotantes, con crema inglesa. Un buen café, para seguir nuestra conversación.

En el Antiguo San Ángel Inn se come muy bien; el .servicio es amable, correcto y con experiencia. Pero con un poco más de cuidado en la calidad de los alimentos, podría ser uno de los mejores restaurantes de América Latina.

Celia Marín