Los jodidos plus

Si Don Antonio López de Santa Anna, en 1853 fijó un impuesto a los perros de connpañíay al número de ventanas que daban a las calles, hoy, Í56 años después, se impone un impuesto a las ventanas de las computadoras. El sistema Windows,,. asícomo las teleGomunicaciones, reciben un cargo de 16 por ciento de IVA, más un 3 por ciento de lEPS. Los usuarios de la telefonía celular, unos 80 millones de mexicanos, más los 25 millones que empleamos el Internet, somos castigados, hoy, con este gravamen de 19 por ciento cuando países como Canadá, Estados Unidos, Brasil, Argentina, Chile y Europa no sólo no imponen impuestos especiales a la tecnología, sino que la incentivan, para reducir la brecha digital. Dónde quedan, entonces, los grandes programas de llevar computadoras e Internet atodos los salones de IVIéxico, elfomentar que todos ios alumnos accedan a Internet para mejorar su aprendizaie. El impuesto del 19 por ciento aleja al que menos tiene de la tecnología. El uso de celulares ha dejado de ser un símbolo de status para convertirse.en una necesidad. El sistema de prepago ha permitido que hasta el más modesto trabajador esté comunicado con su teléfono móvil. Martin Cooper, Premio Príncipe de Asturias 2009, en ciencia, por su desarrollo de la telefonía celular, estuvo en México hace unos días para participar en la Semana de Ciencia y la innovación y adelantó que cuando se líegue a una revolución tecnológica "los costos de la telefonía móvil bajarán, para llegar a más usuarios". Sin embargo -lo digo yo-, poco ayudan las ideas brillantes de hacienda, avaladas por nuestros diputados, de frenar esa revolución de nuevas tecnologías con un impuesto acumulado de 19 por ciento.

Al histórico desempleo de 3 millones de mexicanos, 50 millones en.la extrema pobreza, se suma la avalancha de impuestos dirigida a la pauperizada clase media, que más bien debería entrarauna nuevaclasificación que yo llamaría "íosjodidosplus", personas que son causantes cautivosy que son exprimidas con una cascada de impuestos; nadie se salva. Sólo los informales y los muy ricos. Cada mes, los cautivos tienen que pagar a un contador para que les presente su declaración de impuestos, entre ivas, ietus y el Impuesto sobre la Renta, que a partir del año que entra subirá de 28 a 30 por ciento, mientras el uno por ciento adicional de IVA llega a 16 por ciento. Además, se suman los impuestos a la cerveza, al tabaco, el 3 por ciento a los depósitos superiores. a 15 mil pesos, más los aumentos a la gasolina, la inflación, que no es del 4.65 por ciento acumulada, como dice el Banco de México; cualquier ama de casa o trabajador podrá enmendarle la plana a Don Guillermo Ortiz, que, me imagino, no ha pisado últimamente un supermercado al menos en México; tal vez sien Davos o en Washington.

En Resumidas Cuentas, el debate sobre la ley de ingresos ahondó aún más las divisiones entre partidos y políticos. La discusión reveló lo poco que les importa a los diputados representar los intereses de todos nosotros. La propuesta del gobierno de Felipe Calderón, que há pasado a ser el presidente del desempleo, de gravar con el 2 por ciento alimentos y medicinas quedó en una negociación entre priístas y panistas para sacar un aumento del uno por ciento a la tasa del IVA, además de las imposiciones a las telecomunicaciones, que lo que ha logrado es unificar a usuarios y a empresarios para rechazar el paquete. La cerrazón aescuchar la propuesta del PTfue lo que motivó que las huestes de Gerardo Fernández Noroña tomaran la tribuna, pero ni los vieron ni los escucharon, como a Javier Lozano, durante su comparecencia. Los regímenes especiales, esos que envuelven con un manto protector a los grandes empresarios, quedaron intocables. Lo que afloró con las negociaciones entre partidos evidenció los intereses contraídos con ios grandes capitales y monopolios. Como siempre, el peso del boquete fiscal se pasó a los causantes cautivos. La esperanza lejana, la única que nos queda, es que en el Senado se rectifiquen los errores cometidos por los diputados, pero no hay que esperar mucho; sabemos, ya, de qué están hechos nuestros representantes. .