2009-10-27 El libre comercio favorece a todos los ciudadanos de cualquier país, pero con frecuencia es puesto en riesgo por grupos que buscan proteger sus intereses. Hace 16 años Estados Unidos firmó el TLC con México y Canadá, un acuerdo bajo el cual los tres países acordaron abrir la frontera al autotransporte en el 2000. Pero gracias, en gran parte, al músculo político de los Teamsters —uno de los sindicatos más fuertes de EU que representa a 1.4 millones de trabajadores— se ha frenado esta apertura y la competitividad de la región. La caricatura del camionero mexicano que evocan los Teamsters es sencilla: un bigotón que no habla inglés y bebe cerveza mientras maneja. Estos prejuicios son los candados utilizados para cerrar la frontera a los camiones mexicanos; los canadienses aparentemente provocan menos miedo y sus camiones pasan libremente. El argumento de que los camioneros y los vehículos mexicanos representan un riesgo para los estadounidenses no está sustentado. De hecho, en febrero de 2007 inició un programa piloto en el cual los camiones mexicanos cruzaron la frontera después de cumplir con normas y estándares estrictos. El programa funcionó sin problemas hasta que el Congreso de EU quitó el fondeo en marzo de este año. Después de haber aguantado la violación del TLCAN durante años, México por fin tomó represalias e impuso aranceles contra las exportaciones de EU, lo que golpea en particular al sector agrícola estadounidense. El vocero para los Teamsters, Leigh Strope, dijo que la represalia comercial del gobierno mexicano fue “completamente excesiva” y que representó “una violación de las reglas de comercio”. Al contrario, el gobierno de México optó por defender sus derechos de acuerdo a estas mismas reglas. Si los Teamsters quieren que el gobierno mexicano elimine los aranceles, ellos podrían pedirle a su propio gobierno que cumpla con el TLCAN. Hasta cierto punto las represalias de México surtieron efecto y dieron paso a un apoyo abierto a la apertura de la frontera por parte de empresarios de EU. Con el fin de abogar por una resolución al conflicto, 150 empresas han formado un grupo que se llama la Alianza para Mantener Trabajos Estadounidenses. Argumentan que desde que México decidió aplicar aranceles a sus productos, han perdido mucho y hacen un llamado para que el problema del autotransporte se resuelva de inmediato. ¿Qué dice el gobierno de Barack Obama? Están “estudiando el caso”. Lo que queda claro es que no hay suficiente presión en Washington para que se resuelva este tema en el corto plazo y la agenda del presidente está llena de temas urgentes. Esperamos que el año entrante se preste la atención debida a este problema, el cual se ha vuelto una piedra en el zapato del comercio regional. Este año los aranceles mexicanos han disminuido en 2.6 mil millones de dólares las exportaciones a México, han traído la pérdida de 25 mil empleos en EU y un incremento de costos para los consumidores estadounidenses de 2.2 mil millones de dólares. Esto sin tomar en cuenta el impacto al libre tránsito en la logística de las empresas estadounidenses con operaciones en México. ¿Cómo es posible que EU prefiera perder esto a cambio de complacer a los que piden políticas proteccionistas? Por la misma razón que por tantos años ha sido difícil enfrentar a los sindicatos en México. Resulta más fácil pasarle el costo a un gran número de consumidores que enfrentar a una minoría organizada y amenazadora. Los Teamsters dicen querer proteger a “los trabajadores nacionales” cuando en realidad limitan los cambios que pudieran resultar en una mayor inversión y en un incremento en la productividad, lo cual a su vez generaría nuevos empleos. Ya es hora de exigir una política de Estado en ambos lados de la frontera que mejore la competitividad de nuestra región y favorezca a la gran mayoría de nuestros ciudadanos. Directora de relaciones externas del American Chamber/México