Me siento igual de defraudado que Alejandra Gúzman con sus pompas fúnebres, pero por más que me prometieron que no hay nada como un viajecito a Inglaterra para "perder libras", la verdad es que esos kilitos de más se multiplican gracias al combo que he denominado "hamburveza" -que, en efecto, consiste en echarse una buena hamburguesa, acompañada de su respectiva cerveza-. Y ahí sí: "Za, za, za, yacuzá, yacuzá". Como lo prometido es deuda, desde tempranas horas del miércoles comenzó mi verdadera misión imposible, que es conseguir una entrevista con Giovani dos Santos durante mi estancia en Londres. Como ustedes saben, no soy reportero profesional ni mucho menos (al contrario, mis respetos y admiración a los periodistas hechos y derechos), por lo que este tema de andar consiguiendo entrevistas es para nosotros los mortales el equivalente a tratar de invitar a salir a una chica muy guapa, la cual, de antemano, sospechamos que nos va a batear más lejos que los home runs de 'ARod' en la Serie Mundial. Así que para conseguir esta entrevista, al igual que con la mujer que uno pretende invitar a salir, el primer paso es conseguir de manera discreta su numero telefónico; sin embargo, eso es lo más fácil de todo el asunto, pues una vez que tenemos el teléfono en la mano, la bronca es aventarnos a apretarle el botón de "send" al maldito celular, y esperar que nuestro pretendido no esté demasiado ocupado como para no contestar.

El primer intento lo hice al filo de las diez de la mañana, un horario que, según yo, es bastante decente para cualquier persona, pues no es ni muy tarde, pero tampoco muy temprano. El teléfono sonó una vez, sonó dos veces, y a la tercera me contestó una voz femenina, bastante amable por cierto, a la cual le pregunté por Gio. La mujer en cuestión resultó ser la madre de nuestra pequeña joya, y de manera muy educada me explicó que "Giovani estaba en la oficina", pero que marcara un poco más tarde de nueva cuenta. Le agradecí la atención y, tan pronto colgué, no pude dejar de imaginarme a Giovani con corbata, saco y portafolios, sentando en un escritorio del Tottenham, rascándose la cabeza tratando de recordar el password de su computadora... Por ahí de las cinco de la tarde volví a marcar, pero con la suerte de que esta vez la línea estaba ocupada. ¿Será que Gio se estaba peleando con los de soporte técnico de la oficina porque la impresora no funcionaba Lo desconozco, pero con el espíritu imbatible de este novel columnista, volví a marcar a las 19:00 a las 19:05 a las 20:00 a las 21:00 y a las 22:00 horas. En todas estas llamadas nadie contestó, lo cual -insistome hace sentir como en aquella época de la secundaria, en la que uno tenía el teléfono de la guapa del salón, pero servía para dos cosas, pues o se negaba a tomarnos la llamada o de plano, ya a la décima ocasión que contestaba la mamá, preferíamos aplicar la del mudo y colgábamos. Pequeña faena que, desgraciadamente, ya no se pueden aventar los adolescentes de nuestros días, gracias al maldito identificador de llamadas. La búsqueda continuará, así que ya les estaré platicando cómo avanza nuestro "asuntito". Por otro lado, por la noche me lancé a ver al Arsenal con la esperanza de ver a otro de nuestros consentidos en acción. Sin embargo, Carlos Vela no salió ni a la banca de nueva cuenta, situación que personalmente comienza a extrañarme, pues el mexicano tampoco figuraba en la lista de lesionados dada a conocer por el equipo antes del partido en el que derrotaron al Liverpool. Mañana les cuento de mi aventura en el Emirates Stadium, y las tres horas que me tomó comprar un jersey de los Gunners. sopitas@sopitas.coni