Decidimos regresar al Asado Argentino que está sobre Insurgentes Sur muy cerca de la salida a Cuernavaca al lado de la aseguradora Axa.

Esta vez sí pudimos disfrutar de éste lugar de amplias dimensiones, no sólo en su instalación sino también en la generosidad de su cocina.

El sitio tiene muchas mesas para alojar a un buen número de comensales, cuenta con una terraza techada que también se antoja para una larga sobremesa y su jardín es ideal para ir con los niños el fin de semana, pues incluso esos días tienen gente que entretiene un poco a los pequeños con actividades manuales.

Al entrar, una de las cosas que más te llaman la atención es su enorme asador de leña donde tienen borregos, lechones y su famoso asado, listos para sus comensales.

Cabe mencionar que también cuentan con horno de leña y grandes asadores para satisfacer a la clientela. El lugar hasta cierto punto puede calificarse de espectacular por su tamaño y este sentir lo complementamos cuando vimos su vasto menú.

Lo peor es que llegamos con hambre así que nada más de leer la carta se nos iban los ojos. De entradas además de las clásicas empanadas, y la morcilla, la chistorra, las mollejas y hasta la tortilla española, cuentan con un platillo al que ellos llaman cazuela panadera.

El mesero inmediatamente nos recomendó una de las tres presentaciones, me refiero a la de cuitlacoche, salmón y camarón de $140. Sin embargo, la que a mi marido y a la pareja con la que íbamos se nos antojó fue la de setas con jamón de $110.

Esta cazuela es de barro, al llegar a tu mesa en la parte superior tiene una costra de pan encima, que de inmediato es volteada por el mesero para que quede en la parte inferior con el jamón y las setas encima. Esta original entrada es muy rica y de un tamaño adecuado para empezar la tarde.

También como primer platillo pedimos un queso. El que elegimos se llama provoleta napolitana de $80, es un platillo preparado con jitomate, pimiento y anchoa, sin duda a la altura de las circunstancias.

Tienen también dentro de su menú sopas, ensaladas y pastas que sin ser la parte más atractiva del mismo, ahí están para quien lo desee.

Aunque la ensalada no la pudimos pasar por alto, como debe ser pedimos una, ésta fue la de jitomate al medio con orégano de $45, que llegó junto con nuestro plato principal.

Justo los platillos fuertes son lo fuerte del lugar, la variedad es interesante. En lugar de elegir el tradicional bife de chorizo, el churrasco, el asado de tira o el gran bife de lomo, optamos por un asado del asador.

Éste corte es especial pues se tardan seis horas en hacerlo, lo tienen a fuego lento durante todo ese tiempo para que la carne se drene y adquiera un sabor fantástico. Son tres costillas fabulosas, y benevolentes en calidad y sabor, ideales para los cuatro que íbamos. Hay que probarlo para creerlo. De verdad que está riquísima.

Además como colofón tomamos un L.A. Cetto Gran Reserva, de $450, que hizo la tarde redonda, pues su cava aunque perfectible en ciertos sentidos goza de precios relativamente accesibles.

Lo cierto es que el lugar es bastante agradable, su jardín es bonito, hasta molinos de agua tienen, incluso poseen una cava muy bonita que alquilan para ciertos eventos.

Para cerrar no podíamos pasar por alto el postre, y fue ahí donde nos sedujo el verano porteño de $65.

Éste es un helado artesanal de plátano con dulce de leche y chocolate... que ¡qué barbaridad! Se cae de bueno, qué manera tan dulce de terminar la tarde.

El asunto es que sus propietarios Oswaldo Caldú y Blas García Murillo, han hecho un buen trabajo en este lugar.

Cabe mencionar que sin tener el gusto de conocer su otra sucursal, en la calle de Dinamarca 72, esté también en el género de comida argentina.

Es especialmente recomendable para fines de semana con la familia y en otras ocasiones en donde el antojo por comer un buen corte a un buen precio es irresistible.

Club de Vinos en el Lipp

Con la novedad de que en el restaurante Lipp tienen ahora un Club de Vinos que se antoja; interesante y exclusivo.

Éste será para un máximo de 50 socios, según me platican.

Para entrar tienes que comprar seis botellas, por cierto a buen precio, entre un 20 y un 40 por ciento menos de lo que están en su carta.

Al hacerte miembro tendrás la oportunidad de poder degustarlos en el propio restaurante que siempre ofrece gratas sorpresas al paladar.

Las botellas te las guardan en su cava especialmente climatizada y te las personalizan.

Además si te inscribes puedes disfrutar de exclusivas catas que se irán ofreciendo.

Así que seguramente habrá demanda para pertenecer a este Club. Ahí les dejo el tip.

conydlantal@reforma.com