El primero en arribar custodiado por policías fue un trabajador de la construcción llamado Damir M. Askerkhanov, quien dijo haber estado tomando vodka y cerveza a más no poder, antes de que lo encontraran dando traspiés en el frío. A los 23 años, admitió que ya había sido levantado intoxicado en dos ocasiones recientemente. "Sólo que incluso más borracho", dijo.

Sergey A. Yurovsky, de 36, quien estudia para ser burócrata, fue el siguiente en llegar, murmurando y enredándose en su suéter cuando se le pidió que se lo quitara para un breve examen médico. Después que se quedó dormido, se presentaron varios policías con Larisa V. Lobachyova, de 53 años, cuyo cabello estaba enmarañado con tierra por una caída.

"Así es siempre", dijo Igor I. Poludnitsyn, inspector quien tiene siete años de supervisar la celda para borrachos. "Es nuestra calamidad nacional".

Dmitri A. Medvedev, Presidente de Rusia, ha estado manifestando mucho ese sentimiento últimamente, al declarar que el Gobierno tiene que hacer algo respecto al estatus del País como el líder mundial en consumo de alcohol.

El Kremlin ya ha derrotado a un vicio este año, las apuestas en casinos, los cuales virtualmente quedaron prohibidos en julio. Sin embargo, tomar (en particular vodka) es otra cosa. Es un pilar de la vida rusa, tanto un lubricante social muy querido como un medio al alcance para escapar de las penurias cotidianas.

Medvedev está en busca de castigos más severos para la venta de alcohol a menores, así como medidas más enérgicas contra la cerveza, que se ha vuelto más popular entre los jóvenes: se prohibiría la venta de cerveza en los quioscos, al igual que los envases grandes de cerveza. El gobierno también podría buscar más control sobre el mercado del vodka, que aún es la bebida alcohólica más común en el país.

El plan del Presidente, sin embargo, sigue una larga línea de fallidas campañas antialcohólicas en el país, que se remontan a siglos. La más notable fue realizada por Mijail S. Gorbachov, el último líder soviético, quien a mediados de los 80 ordenó que se vaciaran los estantes de vodka y los viñedos históricos fueran destruidos. Estas medidas tuvieron éxito al principio, dando por resultado una racha de abstinencia a nivel nacional que incluso elevó la esperanza de vida.

Sin embargo, también provocaron una grave reacción negativa del público que dañó la posición de Gorbachov y el Partido Comunista, y a la larga el líder cedió.

En los últimos años, a medida que Rusia se ha recuperado e involucrado más con el mundo, el alcohol ha obstaculizado su desarrollo. Las compañías extranjeras que operan en el país están particularmente conscientes de las consecuencias, al tiempo que lidian con una menor productividad.

Los rusos consumen aproximadamente 18 litros de alcohol puro por persona al año, más del doble del nivel de lo que la Organización Mundial de la Salud considera una amenaza para la salud.

El país tendrá dificultad para resolver su crisis demográfica (se pronostica que su población disminuirá en un 20 por ciento para el 2050) si no enfrenta su problema de alcohol. La esperanza de vida para los varones rusos es hoy de 60 años, en parte debido al alcoholismo.

Los investigadores que estudiaron la mortandad en tres ciudades industriales, en Siberia, en los 90, encontraron que en varios años, el alcohol fue la causa de más de la mitad de todas las muertes de personas entre 15 y 54 años, a menudo por accidentes, violencia o congestión alcohólica, de acuerdo con un reporte este año en The Lancet, publicación médica con sede en Londres.

Varios expertos dijeron que el paso más importante sería elevar los precios del vodka significativamente mediante impuestos más gravosos y el cierre de destilerías ilegales. Medio litro de vodka ahora cuesta apenas 2 dólares.

Señalaron que en otros países, como Francia, la gente bebe mucho, pero generalmente vino y cerveza, que son vistos como menos dañinos.

En Mytishchi, con una población de 170 mil habitantes, el inspector Poludnitsyn dijo que era obvio que se necesitaban más límites. La celda para borrachos recibe, por lo regular, más o menos una docena de personas al día, y muchas más en los días de pago y fines de semana.

En alcoholismo, Moscú ve amenaza al crecimiento