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Toronto, para vivir múltiples impresiones
15/11/2009
Redacción
En el sur de Canadá, al pie de un inmenso lago que se esfuma en el horizonte, existe un lugar con frío clima y tibia gente que comparte una urbe repleta de variados estilos, razas y costumbres, creadoras de una entidad dedicada a la economía y a la educación dentro de una tecnológica esfera envuelta de arte y agilizada por el ritmo del jazz, marcada como la metrópoli más cosmopolita de Norteaméric...

En el sur de Canadá, al pie de un inmenso lago que se esfuma en el horizonte, existe un lugar con frío clima y tibia gente que comparte una urbe repleta de variados estilos, razas y costumbres, creadoras de una entidad dedicada a la economía y a la educación dentro de una tecnológica esfera envuelta de arte y agilizada por el ritmo del jazz, marcada como la metrópoli más cosmopolita de Norteamérica: la ciudad de Toronto. Downtown, Distrito Financiero Octubre, Jueves 1. La ciudad. Al sur de la ciudad, a sólo unos metros del límite con el Lago Ontario, la avenida Bay abre su curso hacia el sector empresarial y bancario de la metrópoli, Downtown, poseedor de los rascacielos que guardan en su interior a grandes empresas como firmas legales y económicas, restaurantes, bancos y múltiples comercios con un fuerte torrente monetario que hacen a Toronto la capital financiera de Canadá. Al fondo de la avenida Bay se alcanza a observar la torre de reloj del viejo Ayuntamiento, destino de nuestra caminata entre los rascacielos y la vida laboral de la sociedad torontense; todos abrigados y con portafolios en mano dan a notar la multiplicidad de razas que aquí habitan, tanto negros y blancos, como orientales, mexicanos, italianos e hindúes trajeados sin abandonar su moral turbante, entre otros. Por medio del centro comercial BCE Place descendemos tres metros bajo tierra hacia el PATH, una ciudad subterránea con más de 27 kilómetros de extensión que a través de andadores y plazas con boutiques, restaurantes y demás, conecta a 48 de las torres financieras, seis hoteles y cinco estaciones de Metro, especialmente construido para evitar que uno se congele durante el invierno a la intemperie. Después de caminar alrededor de unas tres calles por el PATH, salimos a la superficie a la plaza Nathan Phillips, que a menudo monta conciertos y exposiciones en su explanada y en los inviernos convierte su fuente en una pista de patinaje sobre hielo. En esta plaza se encuentra el City Hall, actual sede del Ayuntamiento de Toronto. He aquí el cambio de ruta hacia el Barrio Chino, al cual nos iremos en tranvía... Chinatown Dirigidos al oeste por la calle Queen hasta la calle Spadina, nos encontramos con un área de boutiques, digamos, algo más estrafalarias de lo normal; me refiero a tiendas de ropa, tatuajes, piercings, pero con un estilo más loco, lleno de jóvenes con cabellos y melenas azules y verdes, con atuendos un poco extraños, algunos con telas que cubren todo el cuerpo y otros que no dejan mucho a la imaginación. Al topar con la calle Spadina iniciamos el tour por el Barrio Chino. Una región de la ciudad como cualquier otra, pero atiborrada de chinos, grupo étnico que cubre 10% de la sociedad torontense, con todo tipo de comercios y establecimientos anunciados con letreros escritos en inglés, francés y mandarín, donde la ropa y accesorios e, inclusive, souvenirs, son malbaratados como en cualquier barrio chino, menos la comida, claro, que es demasiado cara. Yorkville Sobre Spadina y dirigidos hacia el norte de nuevo por tranvía, rodeamos la zona de la Universidad de Toronto con destino al antiguo barrio hippie de los años 60, Yorkville: actualmente caracterizado por sus lujosas boutiques que van desde tiendas de ropa, joyas, autos como Ferrari y Mazzerati, y galerías de arte; aunque sea principalmente reconocido por el Pottery Barn, foro rodeado por hoteles de renombre que cada septiembre es sede del “Toronto International Film Festival”... Muy buen comienzo, pero algo agotador, y más aún al mediodía cuando llega la hora de comer. Ahora en taxi, vamos de regreso hacia el sur, precisamente al histórico Mercado de Saint Lawrence, desde hace décadas catalogado como de los mejores del mundo en el ámbito de las carnes frías y vinos. Con un poco de fatiga por la maratónica caminata y con un energetizante sandwichote canadiense, es hora de ir al mirador más alto del mundo: la Torre CN. Camino a la torre por la calle Front, entre eufórica y apresurada gente, comienza la movilidad alrededor del Salón de la Fama del Hockey, el deporte nacional canadiense; y un poco más adelante, fuera de la estación Union, entre puestitos de souvenirs, banderas y cornetas, fuertes gritos que dicen: “¡tickets, seeelling tickets!”, con motivo del primer juego de la temporada entre Montreal y Toronto en el Air Canada Centre. La Torre CN La Torre CN está considerada como una de las maravillas del mundo moderno y uno de los principales atractivos turísticos de Toronto, que recibe más de dos millones de personas cada año. De principio, se asciende en elevador 346 metros durante un minuto, nivel donde uno puede caminar en el aire en pisos de cristal, una sensación de vacío rara vez experimentada; dos pisos más arriba el restaurante giratorio 360; y aún cien metros más arriba, el mirador, a 447 metros de altura, el punto más alto del mundo en el que el hombre puede estar dentro de un edificio. Con el ocaso a próximos instantes, después de cenar y con ansias de un toque de entretenimiento, nos encontramos en North York, otra zona financiera y residencial al norte de la ciudad, donde se encuentra el Toronto Centre of the Arts, que ya desde hace dos años presenta la historia de Frankie Valley y los Four Seasons en la obra de teatro titulada “Jersey Boys”, que al ritmo del rock & roll cierra con broche de oro nuestra primera noche en la ciudad... Niagara Falls Viernes 2. La aventura. Por carretera, a sólo hora y media de Toronto, nos vamos a una de las fronteras de Canadá con Estados Unidos: la ciudad de Niágara, con motivo de conocer sus mundialmente famosas cataratas y las cosechas del vino que lleva como nombre Icewine, en la región vinicultora aledaña al Lago Ontario. De primera instancia vamos a conocer por completo la zona de Niágara en un vuelo de helicóptero, propiedad de la empresa Niagara Helicopters Limited. Sentado en la cabina de control, a un costado del piloto, como un niño travieso, excitado y amenazado por un sinfín de botoncitos que incitan a ser presionados, recuerdo que antes de subir me advirtieron: “By any circunstance, please DON’T TOUCH ANYTHING”. Eliminada la tentación, despegamos. Un absoluto vacío estomacal durante los primeros instantes, que entre vueltas y ladeos es eliminado paulatinamente al sobrevolar el río Niágara, con la vista perfecta que permite observar claramente su desemboque en el Lago Ontario, las ciudades Niágara tanto en Canadá como en Estados Unidos y, evidentemente, las cataratas; por supuesto, sin violar el fronterizo límite aéreo. Ya analizado el territorio y las cataratas desde los aires, la perspectiva cambia por completo al verlas a pocos metros, desde un pequeño barco que da un periplo por el río casi en plena caída del agua, que aunada de oscilantes balanceos e hídricas explosiones, encierra a todos los turistas dentro de una incesante lluvia proveniente de todas direcciones, que de no ser por los impermeables que regalan, sería lo mismo que aventarse a nadar al río. AGO, Galería de Arte de Ontario Sábado 3. El arte. Una de las galerías de arte reconocida mundialmente, y de las mejores de Norteamérica, diseñada por el famoso Frank Gehry; un gigantesco edifico de cinco niveles que aun su diseño arquitectónico deleita a la vista; por dentro, laberínticas secciones y escaleras remolinadas, y por fuera con la forma de un zeppelín de cristal. Dentro de más de cuatro mil obras expuestas en su interior, encontramos exposiciones de arte canadiense, africano, australiano, educativo (para niños) y europeo, el mejor creo yo, en especial por la colección donada al museo por el coleccionista Ken Thomson, que incluye multimillonarias obras del Medioevo, entre las que se encuentra una obra maestra de Peter Paul Rubens: “La masacre de los inocentes”, para quien ame los clásicos, es la mejor del museo, definitivamente. Scotibak Niut Blanche Por cuarto año consecutivo, de crepúsculo a crepúsculo, Toronto es iluminado por la Nuit Blance, el nuevo arte de todo el mundo en 132 exposiciones regadas por la zona centro-sur de la ciudad, con un millón de personas caminando por las calles durante toda la noche. Vaya manera de cerrar, a pie por las calles de la ciudad, helada madrugada y un plateado conejo gigante, ¡calaveras-pinturas-fantasmas-fotos-pirámides humanas-autos-luces-desfiles-ciclistas!, arte Miniagenda Para no olvidar *Noviembre 2009 - Abril 2010: National Geografic’s The Golden King & the Great Pharaons. Galería de Arte de Ontario. *Noviembre 15: Carnaval de Santa Claus. *Enero 29 - 11 Febrero 2010: Toronto’s WinterCity Festival. *Febrero 12-21: Canadian International Autoshow. Metro Toronto Convention Centre. Detalles Consejos *El jazz es un género musical icónico de Canadá, que armoniza la ciudad en vivo desde las estaciones de Metro hasta en la mayor parte de la vida nocturna. *Es recomendable recorrer la ciudad y los barrios a pie y usar tenis. *Para en periplo en las cataratas, lleva un cambio de calcetas; a pesar de los impermeables, de las rodillas hacia abajo uno termina empapado. *¿Dónde comer? En los restaurantes de cada barrio de la ciudad, el italiano, chino, griego, portugués, hindú; y en Niágara, a sólo veinte minutos de las cataratas, la casa vinicultora Inniskillin, exquisitos vinos y platillos. Más información: www.seetorontonow.com

Fuente: Milenio Diario    
Categoría: TIPOS DE PRODUCTO    





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