El latín, madre de las lenguas romances, inicia su camino de 20 centurias en Italia, específicamente en la zona de Vetus Latium, que significa "antiguo llano" y de donde tomó su nombre en el siglo ix a.C. Su pináculo lo logró de la mano del Imperio Romano, donde se constituyó como en los territorios que colindan con el "nuestro mar" Mediterráneo. Pasó a ser lengua muerta en la Edad Media debido a que no era nativa de ningún grupo, pero parió los siguientes idiomas: castellano, francés, italiano, portugués, catalán, gallego, rumano, as- turleonés, aragonés y occitano, los tres últimos con una difusión muy limitada. Por si fuera poco, influyó en todas las lenguas occidentales y el alfabeto latino es el más utilizado en el orbe. Su fuerza se deja sentir aún en la iglesia católica; las encíclicas y documentos trascendentales siguen siendo redactados en latín. La influencia relatada sería suficiente para garantizar su permanencia en la historia, pero además seguimos usándolo a diario en todas las áreas del saber. Los economistas cuando desean indicar que sólo cambiarán una variable y las demás permanecen fijas utilizan ceteris paribus. Los comerciantes para indicar que en la transacción el riesgo lo lleva el comprador usan caveat emptor. Jefes malhumorados solicitan que se satisfagan sus caprichos ipso facto de inmediato. Los abogados, quienes probablemente sean los que más emplean el latín, piden les relatemos los hechos desde el inicio, cuando indican que el proceso va bien pero falta confirmarlo nos dicen ad referendum y si tenemos que dar una cosa por otra nos señalan que es un quid pro quo. En el sector educativo abunda el latín desde los doctores hasta en la forma como nos referimos a nuestra universidad: alma mater. Los intelectuales de poca cepa cubren su falta de seso con latinajos, término coloquial que indica el abuso de los términos latinos. A las personas que realmente despuntan y brillan les llamamos rara en referencia a lo anómalo de su inteligencia. Ya en el mundo de la vitivinicultura, Roma nos entregó a dos Punios conocidos como el Viejo y el Joven. Eran tío y sobrino, respectivamente, ambos naturistas y excelentes científicos. El mundo enológico recuerda a Plinio el Viejo por acuñar la frase: In vino veritas, "en el vino está la verdad". Se utiliza para indicar que éste nos hace decir la verdad y, sin duda, un buen caldo facilita una comunicación más cálida y abierta. Viñedos Malagón nos da Equua, elaborado con un 80 por ciento de Grenache, indican que de viñas viejas, y un 20 por ciento de Petite Sirah; la cosecha 2007 permaneció en barricas de roble blanco por siete meses. En copa presenta un color rubí con una nitidez excelente, uno de los vinos mexicanos más agradables a la vista. La nariz es muy balanceada, corr aromas de vainilla y frutas rojas que crecen conforme se oxigena el vino. Promete. En boca supera las expectativas, acaricia la boca con taninos equilibrados, el contenido alcohólico de 13.3 por ciento resulta perfecto. Me recordó a los vinos bordaleses, lo que constata que se puede hacer cualquier clase de vino en México. Como colofón, sine que non es una locución latina que indica condición sin la cual no es posible y se refiere a un ingrediente imprescindible y esencial. En una ocasión especial una botella de Equua puede volverse sine qua non puedan disfrutar este vino pronto